¿Mi vocación?
De un tiempo para acá vengo diciendo, sintiendo y practicando, que mi vocación es la educar, y más específico aún, educar a los jóvenes. Sin querer pecar de soberbia, agradezco a Dios esta facilidad que Él me ha dado para enseñar y más aún agradezco la pasión que me posee cuando hablo de ÉL a los demás. En estos días he estado trabajando más de lleno con el grupo juvenil de mi parroquia, y que vaina tan sabrosa es sentir el cariño real por parte de ellos y cómo me siento pleno al compartir con ellos mi fe. Ayer fue la misa de miércoles de ceniza, y me alegró mucho ver que los chamos fueron a la misa y estaban de verdad interesados en lo que sucedía, Gloria a Dios que esta juventud está ansiosa y dispuesta a poner su vida en manos de Aquel que todo lo puede. ¿Yo? como san Pablo: inútil siervo de Dios. Pero agradecido (y asustado hasta la médula) de la hermosa misión que ÉL me ha entregado. En más de una oportunidad me han dicho palabras que me han quedado grabadas y...