Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2020

Sueños

Y soñamos con los ojos despiertos mientras contemplamos dormidos los sueños. El alba se levanta cada mañana con sus horas de sueños cubiertas de esperanzas. Las nubes que dan paso al sol movidas por el viento. Las flores, los árboles, las aves que nos cantan cuentos. Los niños con sus juegos y el calor hogareño. Risas, bromas, diversión, alegría, entusiasmo, dedicación. El verdor del parque a juego con las añoranzas de antes. Manos arrugadas y rostros sonrientes, amistad, recuerdos, vivencias cambiantes. El bebé de hoy jugando con el mañana mientras la madre soñada se siente realizada. Tus ojos sonriéndole a la vida, cantándole vals, bolero, merengue; en fin, melodía.

Para ti

Con rasgos tan hermosamente diferenciados Dios nos ha, a cada uno, delineado, nos ha formado con el mismo barro pero a cada uno le ha dado su encanto. Mientras unos bailan con tanta alegría otros admiran, del Señor, las maravillas que da su gracia en cada alma tocada por su mano santa. Quien canta transmite lo que siente y anima, alegra, despierta al presente, tocando maravillosos instrumentos el Señor derrocha sus talentos. Dichoso quien a Dios tiene en su vida, porque será imposible no lo transmita, y una gracia bien recibida hará las tareas distintas. Bendiga tu alma al Señor por tan hermoso don, bendiga tu alma al Hijo que te escogió por ti mismo, bendiga tu alma al Espíritu que te regala el ímpetu, bendiga tu alma a María en quien todo se regocija.

Me cuesta

Imagen
Cuánto me cuesta, Señor, seguirte; cuánto me cuesta la obediencia que exige tanto de mí, mi conciencia. Cuánto me cuesta, Señor, seguirte; caminar por ese tu Camino, ando solo, me extravío. Cuánto me cuesta, Señor, oír tu voz; perdido y afanado en las cosas del mundo vivo mi día a día tan acelerado, moribundo. Cuánto me cuesta, Señor, hacer pausa; contemplar lo que me rodea, mi entorno, buscarte hasta conseguirte, retorno. Cuánto me cuesta, Señor, vivirte; dejar a un lado lo que soy y tengo, abandonarme en tus manos, de donde provengo. Cuánto me cuesta, Señor, la rutina; estoy inmerso en un sin fin de cosas que nublan mi mente de las que importan. Cuánto me cuesta, Señor, este mundo; que es mi tarea tan mía como tuya y que, como si lo necesitases, pides mi ayuda. Cuánto me cuesta, Señor, el prójimo; verte allí en mis hermanos, el que está al lado y tan de mi amor necesitado. Cuánto me cuesta, Señor, obedecer; me hablas...