Más santo que Jesucristo
Cuando escuchamos sobre la santidad y el bien que implica para nuestra alma sentimos la necesidad de llegar a serlo. Y nos esmeramos y ponemos todo de nuestra parte. Empezamos a luchar contra el pecado, buscamos parecernos más a Jesús, practicando lo que él nos dejó dicho en el Evangelio. Hasta aquí vamos bien, ya que, seguimos esa necesidad de buscar a Dios, y con las acciones que llevamos a cabo vamos purificando nuestra alma. Bien. Ahora, ¿qué ocurre si se nos va la mano? Es decir, que buscamos la santidad pero al extremo, y no en un buen sentido. Nos volvemos como esos fanáticos religiosos que ven al diablo en todos lados y en todas las personas. Incluso llegamos a creernos capaces de juzgar a los demás, porque ellos están pecando (ni por accidente creemos que somos nosotros). A veces entendemos el camino de la santidad como un cambio brusco en nuestras vidas, dar un giro de 180° grados de la mañana a la noche (sí, en un mismo día, así...