Tonteando con mi ex

Imagínate la siguiente situación, tener una relación de tipo amorosa donde la otra persona es agresiva, dominante, en extremo celosa, que no te permite hablar ni mucho menos compartir con otra persona. Alguien que sea posesiva pero en extremo y, como si no fuese suficiente, que te cayera a golpes hasta dejarte mal herido.
 
Pero tú sigues en esa relación porque amas a esa persona, y pues, los golpes es la forma en que demuestra su amor, y no hay amigo que valga que te explique a ti lo mal que es estar metido en esa relación, que es enfermiza y que tú sales perdiendo, porque igual la defiendes, que entiendan, que ese es su carácter, pero que en el fondo es buena gente.
 
Y un día, ya al borde de no poder aguantar más estar así, decides terminar con esa persona, cada quien su camino, tú vuelves a hacer tu vida pero de vez en cuando te vuelves a encontrar a ese amor del pasado, y se te revuelven los buenos recuerdos y da un poco de nostalgia por lo vivido.
 
De repente recibes un mensaje o una llamada de ella, nunca borraste su número, y le respondes. Mensajes van, mensajes vienen, una llamadita, una salida juntos, y cuando te das cuenta, ya estás de lleno otra vez en esa relación dañina.
 
¿Te gustaría algo así? ¿"Tener" a alguien a tu lado que no te ama de verdad y que todo lo que hace te daña? Bueno, así tal cual es cuando tu y yo caemos en el pecado. Creemos que podemos luchar contra éste, pero no, no podemos, y no es por cuestión de fe, si no, que el único que ha vencido al pecado es Jesucristo (cf Lc 4, 1-13). Nosotros no podemos vencer al pecado, antes bien, debemos darnos media vuelta cuando veamos a la tentación venir. Me explico, cuando digo que no es cuestión de fe me refiero a que sólo la certeza de que Dios vela por nosotros es la que nos va a dar la fuerza para darle la espalda a la tentación.
 
Había dicho ya en un post anterior que la tentación se nos presenta como algo agradable, y cuidado con esto, que no podemos encasillar en un solo hecho la tentación, porque para unos puede ser el dinero la atracción, como para otros podrá ser el sexo, pasando por quien su debilidad es la comida, y así pudiera pasar horas enumerando tentaciones pero esa no es la idea.
 
Con la tentación solemos hacer eso, lo del ejemplo que ponía al principio, estamos allí, sabemos que nos hace pecar, pero volvemos a la situación en la que somos débiles. Y esto nos pasa a todos, porque forma parte de nuestra naturaleza humana, caemos ante lo que nos gusta (¿quién no?), por eso es la importancia de entender los efectos negativos de dejarse llevar.
 
Cristo vino al mundo para salvarnos del pecado, por eso nació sin pecado, de una mujer que nació sin pecado, y creció bajo el cuidado de un santo hombre de Dios. Su vida fue guiada por el Espíritu Santo, y es éste el que, al igual que a Jesús, nos ayuda a reconocer en qué somos débiles y, aunque suene extraño, nos hace fuertes, puesto que ponemos nuestra confianza en Aquel que nos Ama.

Comentarios

Lo más visto

Aplausos

Dementores

Hagamos tres chozas