Yo, pecador (pero amado)
Tu presencia me penetra hasta los huesos, cala en mí tu mirada y me siento expuesto como niño pequeño. No puedo esconderte la verdad, y aunque quisiera ¿qué ganaría con burlarme de ti? Cuando todos voltean para no verme tú no, tú volteas, directo a mí con esos ojos de amor. ¿Cómo esconderme de ti? ¿Cómo pretender que supero tu intelecto? Me has sacado de la nada, dándome vida, y yo me empeño en buscar todo lo que me aleja de ti. Tómame de nuevo mi Señor, no me dejes, aprieta mi mano, y si yo la suelto, ten misericordia de mí.