Ni aquí ni allá
No se si te ha pasado a ti o sólo a mi, o si es común que pase (porque espero que no sea normal) que siento un cierto rechazo al mundo, y quisiera Dios que fuese rechazo al pecado mas no es mi caso ese, he sentido rechazo por la gente, por lo que es, por como se muestran. Incluso he pensado en aislarme del mundo encerrándome en la iglesia y no salir de allí, peeeeeero eso no es lo que Dios quiere de mí (ni de ti, si es que has pasado por lo mismo). El Señor que todo la hecho bien tiene otra idea en mente y es eso lo que hay que descubrir.
Durante dos o tres semanas tuve esta sensación como si la gente me fuese a hacer daño o contaminar si me acercaba a ellos, pero no todos obviamente, sino esos que no forman parte activa de la Iglesia. Esto, de más está decir, no es bueno ni a nivel humano ni mucho menos a nivel espiritual pues ¿quién me creo yo para hacer a un lado a mi hermano? sí, ese que no toleraba, que no quería ni ver ni que me viera, ni hablarle ni que me hablase, ese al que le estaba haciendo lo que el Señor Jesús dice que se nos condenará (cf. Mt 25, 31-46).
Luego sentí rechazo a mí mismo por rechazar a los demás (nótese el círculo vicioso aquí) hasta que por gracia de Dios me di cuenta que estaba dejando que mi ego se alimentara, que creyera que yo por estar en la Iglesia soy mejor que los demás, grave error eso con su respectivo dolor al caer en cuenta. Dios no rechaza al pecador sino al pecado, Él quiere que todos nos salvemos y por eso es que nos guía la forma de actuar.
Es muy distinto 'no querer al mundo' que 'no querer las cosas del mundo', con lo primero estás sintiéndote mejor que tu prójimo (próximo, el más cercano) y te alejas de él creando dentro de tu corazón un abismo que si te descuidas puede volverse tan grande que no pueda cruzarse; con lo segundo estás diciendo que no quieres el pecado, los antivalores, el consumismo, la cultura del descarte como ha dicho el papa Francisco. Si no quieres al mundo no quieres al hombre (hombre y mujer) y tú eres hombre así que ¿te estás rechazando a ti mismo? mis pensamientos iban por estas vías.
Cristo dio su vida para que todos nos salvemos, los pecadores y santos antes de su venida al mundo, durante y después de su resurrección, claro, con la conversión sincera de cada corazón humano. Durante su estadía entre nosotros no encontramos ninguna palabra de ofensa ni recriminación a quienes han pecado, mas bien podemos leer en el evangelio que Jesús rechaza el pecado, la hipocresía, la falsedad.
En mi querer alejarme del pecado me aparté de quienes me rodean, encerrándome en mi mundo, metido en los libros, dejando a un lado a Cristo, pues como nos dice en la cita bíblica que coloqué más arriba, cuando a uno de nuestros hermanos le hacemos o dejamos de hacer se lo hacemos a Él mismo.
Digo que ni de aquí ni de allá porque cuando no queremos estar en el mundo no somos de aquí (del mundo) pero tampoco somos de allá, del Reino de los Cielos, porque allá comienza aquí, Dios ha querido que Su Amor se derrame sobre nosotros y que seamos otro Cristo en cuanto el servicio y que empiece aquí, ya pero todavía no, viviendo esa caridad cristiana y esa entrega total a los demás.
Durante dos o tres semanas tuve esta sensación como si la gente me fuese a hacer daño o contaminar si me acercaba a ellos, pero no todos obviamente, sino esos que no forman parte activa de la Iglesia. Esto, de más está decir, no es bueno ni a nivel humano ni mucho menos a nivel espiritual pues ¿quién me creo yo para hacer a un lado a mi hermano? sí, ese que no toleraba, que no quería ni ver ni que me viera, ni hablarle ni que me hablase, ese al que le estaba haciendo lo que el Señor Jesús dice que se nos condenará (cf. Mt 25, 31-46).
Luego sentí rechazo a mí mismo por rechazar a los demás (nótese el círculo vicioso aquí) hasta que por gracia de Dios me di cuenta que estaba dejando que mi ego se alimentara, que creyera que yo por estar en la Iglesia soy mejor que los demás, grave error eso con su respectivo dolor al caer en cuenta. Dios no rechaza al pecador sino al pecado, Él quiere que todos nos salvemos y por eso es que nos guía la forma de actuar.
Es muy distinto 'no querer al mundo' que 'no querer las cosas del mundo', con lo primero estás sintiéndote mejor que tu prójimo (próximo, el más cercano) y te alejas de él creando dentro de tu corazón un abismo que si te descuidas puede volverse tan grande que no pueda cruzarse; con lo segundo estás diciendo que no quieres el pecado, los antivalores, el consumismo, la cultura del descarte como ha dicho el papa Francisco. Si no quieres al mundo no quieres al hombre (hombre y mujer) y tú eres hombre así que ¿te estás rechazando a ti mismo? mis pensamientos iban por estas vías.
Cristo dio su vida para que todos nos salvemos, los pecadores y santos antes de su venida al mundo, durante y después de su resurrección, claro, con la conversión sincera de cada corazón humano. Durante su estadía entre nosotros no encontramos ninguna palabra de ofensa ni recriminación a quienes han pecado, mas bien podemos leer en el evangelio que Jesús rechaza el pecado, la hipocresía, la falsedad.
En mi querer alejarme del pecado me aparté de quienes me rodean, encerrándome en mi mundo, metido en los libros, dejando a un lado a Cristo, pues como nos dice en la cita bíblica que coloqué más arriba, cuando a uno de nuestros hermanos le hacemos o dejamos de hacer se lo hacemos a Él mismo.
Digo que ni de aquí ni de allá porque cuando no queremos estar en el mundo no somos de aquí (del mundo) pero tampoco somos de allá, del Reino de los Cielos, porque allá comienza aquí, Dios ha querido que Su Amor se derrame sobre nosotros y que seamos otro Cristo en cuanto el servicio y que empiece aquí, ya pero todavía no, viviendo esa caridad cristiana y esa entrega total a los demás.
Comentarios
Publicar un comentario