Judas Iscariote

Judas Iscariote, conocido personaje bíblico por su traición a Cristo, cometió un acto que, si lo vemos en cristiano, es malo: no confió en la misericordia de Dios. Mucho se ha dicho de este hombre, que el diablo entró en él y por eso hizo lo que hizo, que era ladrón, que fue un cobarde...entre tantas cosas, sin embargo quiero fijarme en el único acto que realmente es malo a los ojos de Dios.

Nuestro Señor Jesús, en su paso por este mundo, nos enseñó que Dios Es Amor y que, por lo tanto, nos Ama hagamos lo que hagamos, Él siempre está dispuesto a perdonarnos, es lento a la cólera y rico en misericordia (Sal 86,15), sólo basta que nos arrepintamos de lo que hemos hecho.

Una vez que entrega a Jesús a los soldados romanos y ve las injusticias a las que es sometido este hombre inocente entra en él el remordimiento y se arrepiente de lo que hizo, pero en vez de ir a pedirle perdón a Cristo por sus actos y buscar la manera de enmendar lo que hizo (me viene a la mente que pudo haber seguido siendo Apóstol del Señor y ser testimonio de conversión) se dejó llevar por la humanidad que lo impulsaba a menospreciarse, a tal punto que decide quitarse la vida, vida que no es suya, vivimos porque Dios lo quiere y morimos cuando Dios así lo decide. Decir que Judas está en el infierno por su pecado sería muy fácil de nuestra parte y sería un gran pecado, nos volveríamos jueces y Juez hay uno solo.

Con respecto a nosotros, cristianos del siglo XXI, que también hemos sido o somos o seremos Judas Iscariote en algún momento de nuestro peregrinar por este mundo nos toca cambiar esa actitud, aún estamos a tiempo de volver nuestros ojos hacia Dios que está allí, como Padre Misericordioso, asomándose todos los días esperando vernos en el camino de vuelta a la casa paterna. Nosotros hoy debemos preguntarnos en qué situaciones o por qué motivo somos traidores al Señor, y no lo digo por acusar a los demás sino que empiezo por mí mismo (cuando señalo a una persona hay tres dedos que me señalan a mí).

Nosotros, que hemos conocido el Amor de Dios por medio de su revelación a través de la Palabra, de la Iglesia y de los Sacramentos, nosotros que hemos recibido el Evangelio de Vida...yo, que por el Bautismo me he convertido en templo de Dios y morada suya.

¿Cuándo hemos vendido al Señor Jesús? Cuando no lo defendemos ante quienes lo acusan o se burlan de Él, cuando nos dejamos llevar por los placeres del mundo y cambiamos lo eterno del Reino de Dios por lo efímero y terrenal. Pero la mayor traición la hacemos cuando dudamos de Su Amor, cuando no creemos en su perdón y misericordia, cuando nos atrevemos a creer que el pecado es tan grande que jamás Dios nos perdonará. Cuando queremos resolver nuestros problemas a nuestra manera y no a la de Dios.

He sido Judas cuando me he sentido indigno de Dios, pero no de forma consciente que su Amor es más grande que el mío sino obstinado en mi soberbia que Dios no puede amarme a mí que soy un miserable. Dos cosas distintas la humildad que reconoce la necesidad de Dios y la soberbia que le da la espalda a Él y lo rechaza.

Judas Iscariote es hoy aquella persona que no busca el perdón y la reconciliación de Dios porque su orgullo no le permite reconocer que se ha equivocado y que necesita la mano del Salvador para salir del lodo en que se está hundiendo, más bien rechaza la ayuda que viene de lo Alto y se limita a creer en sus propias fuerzas y capacidades humanas.

La mejor forma de no ser Judas Iscariote es ser Pedro, que con la conciencia de pecado lo que hizo fue reconocerse necesitado de Dios y con un corazón arrepentido fue en busca de quien está siempre con los brazos abiertos y esperando nuestro regreso a casa.

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