¿Acaso soy guardián de mi hermano?
"Yahvé dijo a Caín: <<¿Dónde está tu hermano Abel?>>Contestó: <<No sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?>>". Esta cita del Gn 4, 9 (completa es Gn 4 1-16) nos ubica en el momento en que Dios cuestiona a Caín por su hermano, este último le había dado muerte, por envidia.
Esta actitud de Caín la podamos tomar hoy en día nosotros y no hace falta dar muerte física a un hermano de sangre para vernos cuestionados por Dios de esta manera, es mas, no es necesario dar muerte física para que nos veamos interpelados por el Autor de la Vida. Si entendemos los mandamientos con la mente un poco abierta no seremos literales al momento de reflexionar sobre "No matar" y "No robar" (5to y 7mo mandamiento, respectivamente), podríamos llegar a entender con la ayuda de Dios que nuestras acciones pueden matar a un hermano o robarle la paz.
A cada uno de nosotros el Señor nos ha confiado velar por nuestros hermanos, todo ser viviente es próximo a nosotros y si vivimos el relato de la Creación (donde Dios nos dice que todo lo que creó era bueno, y Dios es bueno, por ende todo lo creado nos refleja a Dios) sabremos que somos protectores de todo lo que nos rodea; esto se traduce que no podemos hacernos los locos en lo que respecta a la salvación de quien nos encontremos en el camino.

Un cristiano que diga que no se ocupa del alma del hermano está errando el camino, Dios no nos puso en este mundo para que viviésemos aislados o para que cada quien se ocupe de sus cosas sin importarle dañar al vecino. No es bueno que el hombre esté solo (Gn 2, 18), por eso somos seres sociables, está en nosotros la necesidad de comunicarnos y de entablar lazos de unión entre nuestros iguales. La acción evangelizadora de la Iglesia no es solo de palabras, es cierto que se lleva el Mensaje de Salvación pero en un estómago vacío o en un rancho que se está cayendo hay muchas preocupaciones como para poder darle a debida atención a la Palabra que quiere ser recibida.
Sobra decir que la misión confiada por el Señor es que todos lo pueblos se hagan cristianos (Mt 28, 18-20) sin embargo es de destacar que en ese hacer que todos sean discípulos nos toca a los que somos enviados ser testimonio de Cristo, ¿o acaso no nos dijo Jesús que lo que hagamos a un hermano se lo hacemos a él mismo? (Mt 18, 5).
Caeríamos en pecado si nos ocupamos solo de la parte espiritual de una persona, y habría que ver de qué manera nos ocupamos. ¿Nos limitamos a hablarle de Dios o somos testimonio de las asistencia de Dios hacia el necesitado? ¿Nos basta transmitir mensajes bonitos por las redes sociales o salimos en búsqueda de quien no conoce a Jesús y/o se ha perdido en el camino? y como siempre a mi también me cae este chaparrón, ¿Solo escribo en este blog o a cuanta persona que me encuentro en la calle, en mi casa (que es el lugar más difícil), en el trabajo, en el mismo templo...le hablo de Dios y pido luces al Espíritu Santo para decir las palabras indicadas en el momento indicado?.
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! (1 Co 9, 16) pero con mi vida pues esta será el único Evangelio que muchos leerán.
Esta actitud de Caín la podamos tomar hoy en día nosotros y no hace falta dar muerte física a un hermano de sangre para vernos cuestionados por Dios de esta manera, es mas, no es necesario dar muerte física para que nos veamos interpelados por el Autor de la Vida. Si entendemos los mandamientos con la mente un poco abierta no seremos literales al momento de reflexionar sobre "No matar" y "No robar" (5to y 7mo mandamiento, respectivamente), podríamos llegar a entender con la ayuda de Dios que nuestras acciones pueden matar a un hermano o robarle la paz.
A cada uno de nosotros el Señor nos ha confiado velar por nuestros hermanos, todo ser viviente es próximo a nosotros y si vivimos el relato de la Creación (donde Dios nos dice que todo lo que creó era bueno, y Dios es bueno, por ende todo lo creado nos refleja a Dios) sabremos que somos protectores de todo lo que nos rodea; esto se traduce que no podemos hacernos los locos en lo que respecta a la salvación de quien nos encontremos en el camino.
Un cristiano que diga que no se ocupa del alma del hermano está errando el camino, Dios no nos puso en este mundo para que viviésemos aislados o para que cada quien se ocupe de sus cosas sin importarle dañar al vecino. No es bueno que el hombre esté solo (Gn 2, 18), por eso somos seres sociables, está en nosotros la necesidad de comunicarnos y de entablar lazos de unión entre nuestros iguales. La acción evangelizadora de la Iglesia no es solo de palabras, es cierto que se lleva el Mensaje de Salvación pero en un estómago vacío o en un rancho que se está cayendo hay muchas preocupaciones como para poder darle a debida atención a la Palabra que quiere ser recibida.
Sobra decir que la misión confiada por el Señor es que todos lo pueblos se hagan cristianos (Mt 28, 18-20) sin embargo es de destacar que en ese hacer que todos sean discípulos nos toca a los que somos enviados ser testimonio de Cristo, ¿o acaso no nos dijo Jesús que lo que hagamos a un hermano se lo hacemos a él mismo? (Mt 18, 5).
Caeríamos en pecado si nos ocupamos solo de la parte espiritual de una persona, y habría que ver de qué manera nos ocupamos. ¿Nos limitamos a hablarle de Dios o somos testimonio de las asistencia de Dios hacia el necesitado? ¿Nos basta transmitir mensajes bonitos por las redes sociales o salimos en búsqueda de quien no conoce a Jesús y/o se ha perdido en el camino? y como siempre a mi también me cae este chaparrón, ¿Solo escribo en este blog o a cuanta persona que me encuentro en la calle, en mi casa (que es el lugar más difícil), en el trabajo, en el mismo templo...le hablo de Dios y pido luces al Espíritu Santo para decir las palabras indicadas en el momento indicado?.
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! (1 Co 9, 16) pero con mi vida pues esta será el único Evangelio que muchos leerán.
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