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Este fin de semana tuve la gracia de compartir un taller nacional de formación con mis hermanos del grupo de apostolado. Confieso que fui más movido por otros factores que por los que el Señor se encargó de demostrarme durante los temas son los verdaderos. Me animó la casa donde se dio la actividad porque yo no había ido antes; ir con mi novia, que sí había ido, porque compartir las cosas de Dios con ella es de lo que me hace feliz; fue otro del grupo de mi parroquia que también iba por primera vez y que está comenzando en este movimiento. Aunque estos motivos puedan ser buenos y lícitos no son los más auténticos a los ojos de Dios, pero como Él no se deja ganar en generosidad se valió de estos pequeños estímulos para llevarme de la mano hasta el que debe ser (Dios diga amén) el primer y auténtico motivo para movilizarse: crecer como dirigente cristiano. Al final del taller agradecía al Señor porque me sentí peregrino, me tocó movilizarme desde el interior del país (do...