No es como yo

Hay una canción de nuestro hermano cristiano -no católico- Jesús Adrián Romero titulada No es como yo que dice algo que es muy cierto pero al escuchar siento un trasfondo con el que no estoy 100% de acuerdo. En ella, el autor, nos dice que Cristo no es como yo porque él es santo y es perfecto, es sublime y es eterno, no hay comparación, y esto me recuerda al misterio de la Encarnación, aquella gracia que Dios nos ha regalado de enviarnos a su Hijo Único, prometido desde siempre (cf Gn 3, 15) para que se hiciera uno igual que nosotros (cf Flp 2, 6-7).

Pensar en Cristo distinto a mí me hace sentirlo lejos, cuando la grandeza de nuestro Dios es que quiso padecer en carne propia lo mismo que nosotros, las mismas angustias y vicisitudes, incluso la tentación (sin caer en el pecado) (cf Mt 4, 1-11). Él quiso sufrir no por masoquismo sino porque sabía que ese abajarse a nivel nuestro, ese dejar su trono celestial iba a mover nuestros corazones, ya no iba a ser ese Dios distante con el que el pueblo judío había crecido, él es el Dios con nosotros que Isaías anunció (7, 14). 

Hacerse uno como nosotros, vivir como uno de nosotros, sentir como uno de nosotros iba a tumbar esas barreras que nosotros mismos habíamos puesto, Dios nunca estuvo lejos, fue nuestro pecado el que nos alejó de Él, cierto que en el libro del Génesis leemos que el hombre y la mujer fueron expulsados del Paraíso, de esa comunión plena y perfecta con Dios (3, 23). Sin embargo, Dios es Amor (1 Jn 4, 8) y Él no quiere que su creación se pierda, por eso envía al Hijo a tomar nuestra carne (cf Lc 1, 30-33), al bautismo de perdón sin tener pecado alguno (cf Mt 3, 13-17).

Jesús no se reconoce pecador público porque no lo es, no hay en él mancha alguna, sin embargo toma consigo en ese acto nuestros pecados, en su condición humana recoge la nuestra, en su condición divina acepta esta ofrenda suya.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice sobre Jesús lo siguiente:

#464 El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. El se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre.

Es decir, en el santo misterio de la Encarnación contemplamos a Dios, que sin dejar de ser Dios, se hace completamente hombre. Él quiso, sin dejar de ser lo que es (porque es imposible), ser uno como nosotros, para así experimentar en carne propia (literalmente) lo mismo que nosotros.

#470 Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación "la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida", la Iglesia ha llegado a confesar con el correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha tenido que recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella pertenece a "uno de la Trinidad". El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente los comportamientos divinos de la Trinidad.

Con un cuerpo humano como el nuestro, con sus capacidades y limitaciones, la única diferencia es que Dios actuaba directamente en él, pero ¿acaso no estamos nosotros en la misma capacidad? ¿No estamos hechos a imagen y semejanza suya (Gn 1, 27)?

#472 Esta alma humana que el Hijo de Dios asumió está dotada de un verdadero conocimiento humano. Como tal, éste no podía ser de por sí ilimitado: se desenvolvía en las condiciones históricas de su existencia en el espacio y en el tiempo. Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar "en sabiduría, en estatura y en gracia" (Lc 2, 52)

Crecía al igual que los otros hombres de su época, deducimos que igual iba a la escuela, aprendía el oficio de su padre, los modales y deberes de su madre, jugó y corrió cuando niño, incluso podemos decir que alguna muchacha le gustó (¿por qué no?). Pero gradualmente se iba en él revelando la Verdad y la aceptaba según entendía con su conocimiento humano, al igual que nosotros.

#475 De manera paralela, la Iglesia confesó en el sexto Concilio Ecuménico que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación. La voluntad humana de Cristo "sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario, estando subordinada a esta voluntad omnipotente".

Cristo vivió su vida terrena entregado plenamente a la voluntad de Dios, pero no de forma autómata o por obligación sino voluntariamente, él mismo quiso obedecer la voz del Padre que le hablaba directo al corazón. Jesús, hombre, fue libre, decidió libre, vivió libre.

#476 Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado. Por eso se puede "pintar" la faz humana de Jesús (Ga 3,2).

Tomó cuerpo humano, con los rasgos propios de la raza en la que se encarnó, una fisionomía como la nuestra, con limitaciones físicas al igual que nosotros.

#478 Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano.

Con los mismos sentimientos que nosotros podemos experimentar, sintió alegría, tristeza, rabia, dolor, angustia, desesperación...pero nada de ello lo llevó a pecar.

A la luz de estos numerales podemos decir sin dudas que Cristo sí es como yo, porque sabe lo que es vivir lo mismo que yo vivo, las mismas debilidades y tribulaciones de la vida. Él sabe lo que es amar, sabe lo difícil que puede ser amar; sabe lo que es sentir dolor, sabe lo difícil que es soportar ese dolor; sabe lo que es sentir miedo, sabe lo difícil que es afrontar ese miedo...Él nos conoce completamente porque se hizo uno como nosotros para hacernos como él, vivió como un creyente fiel y confiado para demostrarnos que nosotros también podemos vivir así, murió como nosotros y más importante aún resucitó como nosotros podremos resucitar si nos entregamos a él.

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