Como si fuese un interruptor
Ante los cambios "radicales" que las personas realizan o pretenden realizar en sus vidas me muestro algo escéptico y suelo responder que no creo en los cambios de la noche a la mañana, que para mí un cambio permanente se da poco a poco, y puede ser que tenga razón pero por las vueltas que da la vida, y como decimos en criollo "el que escupe pa'rriba la saliva le cae en la cara", tengo algunas semanas queriendo crear un cambio en mi vida tal como pasar un suiche, como si en mi cabeza hubiese un interruptor que yo cambiara de posición y todo lo que he venido haciendo (lo que quiero cambiar pues) va a desaparecer inmediatamente.
Siempre recuerdo a una persona que me dijo que escribir para mi es catártico pero yo pienso más que es Dios, cuando lo dejo, que me habla a través de mí a ver si así sí le hago caso a lo que me dice por otros medios y me hago el loco. Porque si es verdad que no creo en los cambios radicales ¿por qué entonces voy a pretender que voy a cambiar de la noche a la mañana?
Se necesita determinación y mucha fuerza de voluntad para desterrar de la propia vida aquellos actos, palabras, gestos, pensamientos, sentimientos con los que no nos sentimos de acuerdo o cómodo y que estamos viendo a la Luz del Evangelio como algo que no es querido por Dios y que se refleja en el día a día en las consecuencias negativas de ello.
Cambiar es fácil en la medida que nos dejemos moldear por Dios; si le creemos a Él que puede cambiar nuestra vida y le creemos que tenemos la capacidad de llevar a cabo eso que nos hará volver al camino deseado todo será distinto. Sí, hay muchas cosas que están arraigadas en nuestro ser pero que resultan más del hacer que del ser, es decir, no son cosas inmutables por la sencilla razón que el ser humano no nace ya terminado, perfecto, sino que con la misma vida y las decisiones que tome se va formando en él aquello que Dios ha querido desde el principio.
Cambiar sí se puede, pero lo más importante es estar decidido y, primero que todo, saber qué es lo que realmente se quiere cambiar de sí mismo y por qué. Debe ser razonado, bien pensado, ejecutado confiando siempre en Dios y en su Misericordia puesto que si confiamos en nuestras propias fuerzas, por experiencia propia, solemos quedarnos no digo a mitad de camino, muchas veces en el inicio.
En mi grupo de apostolado tenemos una oración comunitaria que se hace en las mañanas y quiero compartirles un fragmento que es el que se me ha quedado grabado por el impacto que causó en mí "un nuevo día, una nueva lluvia de bendiciones", porque así es, cada día es nuevo, cada día es un regalo y cada día es la invitación de Dios a ser lo que Él quiere para nosotros.
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