Esclavos del siglo XXI
Durante muchos siglos nuestros antepasados fueron esclavos. Estaban a la merced de un hombre que les trataba como animales, o peor que a ellos. No había derechos humanos a los cuales acudir ni dónde quejarse, pues eran considerados como objetos. Ellos lucharon arduamente por salir de ese estado, y los gobernantes a través de los años se dieron cuenta que ninguna persona es dueña de otra (ni siquiera le pertenecemos a la mujer que nos permitió crecer durante 9 meses y nos trajo al mundo) y fueron aboliendo la esclavitud.
Pero ¿para qué digo esto se preguntarán?, pues simple, día a día podemos notar cómo somos más dependientes del tiempo. En este absurdo afán de querer dominar todo, usarlo a nuestra complacencia, creamos una noción del tiempo que no sólo es irrisoria sino que se nos ha ido de las manos. Nuestros padres (aquellos hombres y mujeres del comienzo de la historia) no tenían reloj y no por ello se complicaba su vida, sabían del tiempo lo necesario: cuando hay sol es de día y cuando no hay sol es de noche. Y listo, esto es todo lo que necesitamos saber.
Nos hemos vuelto dependientes de la hora, todo lo calculamos con la hora: ¿a qué hora me levanto? ¿a qué hora como? ¿a qué hora salgo? ¿a qué hora? ¿a qué hora? ¿a qué hora?...y hasta le hemos puesto hora a nuestra familia, visitamos a nuestros padres "de tal hora a tal hora", estamos con nuestra pareja "de tal hora a tal hora", estudiamos "de tal hora a tal hora"..y así podría enumerar un sin fin de cosas que encasillamos a unas horas.
Yo no estaba ahí cuando decidieron "inventar" las horas pero estoy seguro que no pretendían que fuésemos a llegar al nivel en el que estamos, hemos perdido el control en este afán de querer dominar el tiempo. Pues ya hasta buscamos tiempo para administrar nuestro tiempo.
La noción de las horas nos debe servir para, de alguna forma, no excedernos en nuestras actividades. La hora nos debe servir para poner un alto en la jornada de trabajo y emplear el resto del tiempo en nuestra familia y amigos, incluso en nosotros mismos. El tiempo nos debe servir para "perderlo" con los seres amados (porque esa es otra, hablamos de "perder el tiempo" como si el tiempo fuese algún objeto que pudiese perderse).
Y lo más importante es estar consciente de algo: el tiempo es de Dios. Nosotros no podemos ni alargar los días ni acortarlos, por más que intentemos el día dura lo que la naturaleza indique (según la estación del año y en aquellos países que poseen estación) y por más esfuerzos por alargar las horas de luz solar siempre serán las mismas.
Dios, dentro de su Sabiduría, nos dio la inteligencia para percibir que el tiempo pasa y ello implica adaptar nuestra vida a ese tiempo que pasa y que no podemos devolver. Dios también hace el tiempo tan perfecto que podemos hacer múltiples cosas en un día y al caer la tarde aún nos queda tiempo.
Muchos dicen, y espero estén conscientes de su significado: el tiempo de Dios es perfecto. Y eso es una realidad tan grande como que el sol sale todos los días. Dios en su Omnipotencia hace el tiempo de tal forma que nada sucede antes de lo debido ni después de. Todo lo que nos propongamos podemos hacerlo si nos refugiamos en el dueño del tiempo.
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