Amar la tentación

La tentación es la inclinación a cometer actos contrarios a nuestra fe cristiana, es decir, "el deseo de", lo cual es muy distinto al acto. En una oportunidad escuché a un sacerdote decir que "la tentación es el sentir, y el pecado es el consentir", esto significa que la tentación es el paso previo al pecado, puesto que es la que nos induce a hacer algo que no está bien. Siendo así, es muy distinto tentación que pecado, y hacia allá quiero ir.
En el libro del Génesis encontramos que la serpiente tentó a la mujer, pero no la hizo pecar, ésto fue decisión de Eva, explico, cuando le presenta a la mujer el árbol del bien y del mal, el de la ciencia, lo que está es invitándola a desobedecer directamente a Dios, a ir contra Su voluntad, sin embargo, Eva pudo haberse negado, ella pudo haber dicho que no, y no comía del fruto prohibido, y no hubiese pecado.
Tentación no es pecado, es lo primero que debemos tener claro, ya que, a veces confundimos la una con el otro. Todas las personas tenemos tentaciones, tan diversas como diferentes son nuestras personalidades, no podemos evitar la tentación, es decir, no podemos hacer que el enemigo no nos tiente, mas lo que sí podemos es no caer en la tentación.
Cuando rezamos el Padre Nuestro decimos "...no nos dejes caer en tentación...", si lo rezamos conscientes de lo que estamos diciendo sabremos que reconocemos que la tentación nos ataca siempre, pero le pedimos a Dios que no nos deje ser seducidos por el enemigo.
La tentación, como obra del diablo que es, siempre se nos presenta como algo agradable, sin consecuencias, sin dañar a otros, nos ciega de los efectos de nuestros actos, nos hace ver todo bien y sin problemas. De esta forma es que caemos en el pecado, porque nos dejamos llevar por eso agradable que se nos está presentando, caemos en el placer, el poder, el tener, nos dejamos llevar por la concupiscencia, que es la debilidad humana.
Pero la tentación trae algo bueno, aunque no lo veamos a simple vista. Si ante la tentación lo que hacemos es fortalecer la oración, huir de ella, no por cobarde sino por una decisión consciente de que es mejor alejarse de aquello tan agradable que se nos presenta, ya que, conocemos los efectos, ganamos nosotros, porque si hacemos esto no caemos en el pecado.
También podemos verlo de este punto de vista, la tentación es la oportunidad que nos da Dios para crecer en nuestra fe, ¿cómo así? simple, Dios le permite al diablo que nos ponga a prueba, como hizo con Job, pero si nosotros aún a pesar de lo que estemos sintiendo en ese momento nos aferramos fuertemente a Dios, nos crecemos en la fe, habremos ganado una de tantas peleas contra el enemigo, y la ganamos porque confiamos en Dios, nuestra fortaleza.
Por ello digo que amemos la tentación, porque si confiamos en Dios toda prueba será superada para bien nuestro y gloria Suya.

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