Es cosa de dos
Una de las cosas que he aprendido en este noviazgo es que mis problemas y traumas del pasado que aún arrastro en mi presente afectan a la mujer que tengo a mi lado. Me costó un cese en la relación de siete meses para darme cuenta que mis cosas, directa o indirectamente, la dañan a ella también.
Abrirme a ella, contarle mis cosas que llevaba años guardando dentro de mí, evitando que salieran a la luz o incluso no queriendo pensar en ellas no ha sido algo fácil. Me ha costado entender que mi novia lo que quiere es ayudarme a sanar, muy apropiada en este momento la analogía: ella viene a darme medicina para curar mis heridas.
Es difícil cuando pierdes la costumbre de recibir amor y cariño sincero que alguien se aparezca y no sólo esto sino que se queda allí a tu lado como si fuese un contenedor dispuesto a recibir toda la basura que sale de ti. Así lo sentí al principio, y eso fue lo que me llevó a tomar la no correcta decisión de terminar el noviazgo, sentía que no era justo para ella que yo la tratara como lo hacía, en vez de buscar cambiar esas actitudes...
La dirección espiritual que tanto me habían recomendado y que tan descaradamente había rechazado finalmente la busqué y acepté, y allí fue el segundo golpe que recibí (el primero fue en los meses que no estuvimos juntos, que toqué fondo). Dios, a través del sacerdote, me ayudó a darme cuenta del amor que estaba recibiendo/rechazando, había algo de desprecio hacia mí mismo, me sentía no merecedor de la mujer que Dios quiso poner a mi lado para ayudarme a sanar esas heridas de la infancia y adolescencia. Yo no me daba cuenta del amor incondicional que estaba recibiendo, no me di cuenta que es el mismo Dios el que quiere sanarme.
No ha sido ni está siendo fácil hablar de esto, pasé diez años de mi vida aprendiendo a ser cerrado y no confiar mis más profundos miedos a otras personas, me atrevería a decir que ni a Dios mismo. Pero, insisto, en la dirección espiritual recibí esa mano suave y cariñosa que pasa por mi cabeza y juega con mi cabello en el gesto más tierno y protector que puedo conocer. En las manos y brazos de ese sacerdote que me hizo sentir hijo pródigo volviendo al Padre, que se rió conmigo por el mal que había recibido no como burla sino en la alegría de saber que no es eso lo que quiero para mi vida; en ese abrazo en el que sentí al mismo Dios haciendo borrón y cuenta nueva de mis faltas y mirándome con ojos llenos de amor.
En los besos y caricias de mi novia que van más allá de lo físico y sexual, besos y caricias a mi alma dolida, amor puro y sincero, disposición incondicional, ayuda en todo momento y situación. Nunca me ha juzgado ni criticado de forma destructiva, siempre sus palabras han sido edificantes, ELLA QUIERE QUE YO SEA FELIZ Y YO NO ME HABÍA DADO CUENTA!!! (pobre niño tonto y ciego).
Nuestro Dios, a diferencia de lo que algunas personas creen, es Padre amoroso, es Hijo que nos hace hijos del Padre y es Espíritu Santo que nos inspira a sentir y vivir el "Abbá, Padre" del Evangelio. Nuestro Dios sólo quiere que seamos plenamente felices, pero nosotros no lo dejamos.
A ti, que no se si estés pasando por algo así o lo hayas pasado, quiero decirte que Dios es Amor, pero no como algo repetitivo para convencer sino como realidad que inunda todo tu ser, eso sí, debes tú dejarlo entrar y quedarse en tu vida.
Comentarios
Publicar un comentario