Camino de santidad

A veces los cristianos sentimos la tentación de creer que con nuestros sacrificios cruentos, entiéndase hacernos daño físicamente, vamos a ser mejores cristianos y vamos a estar más cerca de Dios. También creemos que la forma de que nuestro Padre perdone los pecados que hemos cometido es por esta vía, como si nuestra sangre o nuestro dolor fuese grato a Dios; al menos el Dios que se nos presenta como Padre Amoroso, que tanto amó al mundo que envió a su Hijo único (Jn 3, 16) y que es Espíritu de Amor que nace del amor que se tienen el Padre y el Hijo, que es el Dios Uno y Trino de los cristianos no es un dios sádico y morboso que goza de ver a su pueblo sufrir, al contrario, nuestro Dios sufre con nuestro sufrimiento.
Es cierto que nuestro camino de conversión debe llevarnos a revisar nuestro actuar, pues no podemos llamarnos cristianos hijos de Dios y vivir como quien no conoce a Dios pues Él es todo Amor, por ende los que queremos seguir el camino que nuestro Señor Jesús nos dejó no podemos hacer otra cosa que no sea amar, a Dios por encima de todo, a nosotros que somos creación de Dios, a nuestro prójimo y a toda la creación. "Donde quiera que extiendo los brazos nado en el esplendor de Dios" dice Claudel.
Es cierto que en el Antiguo Testamento encontramos varios pasajes en los cuales El Señor Dios les pide al pueblo que hagan sacrificios animales pero más cierto es que con la muerte de Jesús en la cruz se acabaron los sacrificios de sangre, se cerró esa etapa de infringir dolor como vía de expiación a los pecados, sólo en Cristo Jesús podemos obtener el perdón de nuestras faltas. No con cilicios, ni flagelos, o cualquier otro tipo de tortura física, ¡NO!, solo pidiendo perdón a Dios, con un corazón verdaderamente arrepentido y con el propósito firme de no volver a pecar es que se puede obtener el Cielo prometido.
Personalmente no he llegado a la tortura física en mi "camino de conversión" (énfasis en que no considero esta la vía querida por Dios, como podemos verlo en el Evangelio), mas sí he caído en ese autodesprecio al pecador en vez de despreciar al pecado, un remordimiento de conciencia que me grita que soy un hipócrita en vez de recordarme que soy débil y solo en Cristo es que puedo ser fuerte, me basta pedir Su ayuda para poder salir del lodo en que me estoy hundiendo. Arenas movedizas que succionan cada vez más hacia abajo, hacia lo profundo, lo oscuro, donde no nos permite ver a Dios.
Si decimos ser cristianos, es más si decimos tener fe en Dios no podemos, nunca, dudar de su amor. Mucho menos creer que somos tan pecadores y miserables que Él nunca nos va a perdonar, ¿acaso hemos olvidado que a todos los que Jesús les perdonaba sus pecados los invitaba a no volver a ese estilo de vida? Dios nunca va a rechazar al hombre (no en vanos somos reflejo suyo), lo que sí rechaza es todo acto que daña a esta obra producto de su Amor.
"No con golpes" le decía María a Juanito Bosco en sueños, y eso mismo nos dice Cristo hoy: no con tu sangre, basta toda la que yo derramé por ti.
Personalmente no he llegado a la tortura física en mi "camino de conversión" (énfasis en que no considero esta la vía querida por Dios, como podemos verlo en el Evangelio), mas sí he caído en ese autodesprecio al pecador en vez de despreciar al pecado, un remordimiento de conciencia que me grita que soy un hipócrita en vez de recordarme que soy débil y solo en Cristo es que puedo ser fuerte, me basta pedir Su ayuda para poder salir del lodo en que me estoy hundiendo. Arenas movedizas que succionan cada vez más hacia abajo, hacia lo profundo, lo oscuro, donde no nos permite ver a Dios.
Si decimos ser cristianos, es más si decimos tener fe en Dios no podemos, nunca, dudar de su amor. Mucho menos creer que somos tan pecadores y miserables que Él nunca nos va a perdonar, ¿acaso hemos olvidado que a todos los que Jesús les perdonaba sus pecados los invitaba a no volver a ese estilo de vida? Dios nunca va a rechazar al hombre (no en vanos somos reflejo suyo), lo que sí rechaza es todo acto que daña a esta obra producto de su Amor.
"No con golpes" le decía María a Juanito Bosco en sueños, y eso mismo nos dice Cristo hoy: no con tu sangre, basta toda la que yo derramé por ti.
Comentarios
Publicar un comentario