Bendito misterio

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Hay un misterio en cuanto a la relación de pareja que, en mi corta experiencia de vida, me llama la atención casi más que cualquier otra cosa, esto es la capacidad que se llega a tener de "soportar" las diferencias que se tienen con la otra persona, sería mayor signo de caridad si dijera tolerar como dicen algunas traducciones en 1 Co 13 pero a mí me gusta más la traducción en la que usar soportar, y no porque a mí me toca soportar a mi novia sino al revés.

En lo personal he vivido este soportar las diferencias porque ella y yo tenemos muchas de estas tanto en la forma de pensar como de actuar, pero coincidimos en cuestiones que considero importantes y necesarias para poder llevar una relación sana. En mi caso específico la religión es una de ellas y esto me trae un recuerdo de una conversación sobre esto con unos tíos, le comentaba a ella (en aquel momento estábamos comenzando la relación) que era lo que le había pedido a Dios y hasta más y que el compartir la fe era algo muy importante para mí, su respuesta aún la recuerdo lamentablemente con el mismo desagrado que me causó en su momento: o sea ¿que si te hubieses enamorado de alguien que fuese de otra religión no sería tu novia?. Pienso, aún hoy, que para ella esto no era problema pues se consiguió con alguien que piensa como ella con respecto a la Iglesia y la fe, solo que no le respondí nada en su momento porque sé que no íbamos a llegar a nada con eso.

Algunas cosas llegan a ser de poca importancia en este misterio que es la compenetración entre dos, como el tener diferentes horarios de sueño o no compartir el gusto por caminar, las horas y sitios para salir a hacer diligencias, el sentimiento hacia la calidez del sol tropical...y pudiera seguir mencionando cosas en las que somos diferentes pero que a la hora de la verdad no son importantes pues si ella está cuando la necesito para compartir mis alegrías y tristezas o cuando necesito un consejo o apoyo en cuestiones de fe o el simple hecho de poder ser ambos capaces de cumplir nuestras promesas eso hace que todo lo anterior pierda sentido.

He llegado a preguntarme incluso si llegamos al matrimonio ¿cómo será siendo tan diferentes? Y me respondo que para eso son los primeros años, para adaptarse, porque yo estoy claro en que convivir conmigo no debe ser lo más fácil del mundo y he concluido que mi mamá y abuela lo hacen porque me aman, pero volviendo al punto, si realmente dos personas se aman con capaces de dejar a un lado las diferencias que son tontas en comparación con lo que sí importa realmente para ambos, pues si ella ve que no la apoyo o comparto su opinión y sentir en cosas que ella valora por muy bien que nos llevemos va a evaluar la relación. Lo cual considero más que válido puesto que, si se valora el matrimonio como la Iglesia quiere que se haga, es para toda la vida y en mi caso va a ser vivir toda la vida con sus manías y con las mías (que son muy distintas) y con eso que a medida que se llega a la vejez los rasgos más fuertes de la personalidad se acentúan considero que a los 50 y luego a los 60 (si Dios me permite llegar a esa edad) no debo ser la persona más agradable del mundo.

A pesar de esto sigo considerando un misterio cómo pueden llegar a unirse dos personas que vienen de crianzas distintas, de familias distintas, de vidas distintas...pero me alienta el ver matrimonios constituidos de 20, 30 años que, a simple vista, se ven tan distintos y ahí están aún y no se ven con ganas de tener a alguien distinto al lado, viéndolos llego a la conclusión que no sólo es posible soportarse mutuamente sino que vale la pena, mejor dicho, debe ser la mayor aventura de la vida.

Eso sí, sin dejar a un lado a Dios que es el único que puede unir a dos personas tan distintas al punto de ser una sola carne sin dejar de ser auténticos y quienes eran antes de comenzar la relación.

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