Dios y el orden
"En el principio...la tierra era caos y confusión" (Gn 1, 1-2)
Con este pasaje comienza el primer relato de la Creación, antes de la acción de Dios todo era desorden, no había vida, era parecido a un desierto (según la traducción de la versión de la Biblia de Jerusalén) y ahí entra Dios y su plan creador, poco a poco este capítulo nos narra cómo el agua se fue retirando y apareció el suelo (o tierra firme, como lo llamamos); la aparición del sol y la luna; las criaturas marinas, terrestres y del aire hasta la aparición del género humano (hombre y mujer), con el cual Dios entabló comunicación directa y hablaban a diario como buenos amigos, iba creciendo entre ellos esa relación hasta que fueron tentados y cayeron en el pecado rompiendo así esa comunión que tenían con el Creador, ¿el destino? vivir errantes en una constante búsqueda de una tierra prometida por Dios donde podrán descansar de nuevo.
De ahí en adelante todo es historia, ya sabemos muy bien por todo lo que pasó la humanidad a nivel civil y religioso. Pudiéramos preguntarnos cómo estamos en este momento de nuestra vida, ¿hay orden? ¿Cómo nos salen las cosas, todo según lo planeado o se nos escapan de las manos y sentimos que nos falta tiempo? El Señor nos ha hechos administradores de la tierra y nos ha formado una inteligencia humana capaz de desarrollar elementos que hagan nuestra vida más fácil a partir de lo que existe en la naturaleza.
La primera creación perdió la comunión con Dios y se fue alejando poco a poco, a veces más rápido que otras, de su Señor. Son otros dioses los que tienen dominio sobre nuestras vidas, son otros con los que entramos en comunión diaria y conversamos, abriendo nuestro corazón y ser a su influencia. La corrupción moral y espiritual del hombre fue ganando cada vez más víctimas, fue creciendo el número de quienes caían ante esta tentación de querer ser como Dios, un falso concepto del endiosamiento al que podemos llegar.
En un afán de querer construir el mundo a nuestro antojo olvidamos el Paraíso, el Edén, se nos olvidó el perfume de las flores y la sombra de los árboles frutales que deleitaban nuestros sentidos mientras caminábamos junto a Dios en medio de la tarde, paseando libremente por aquella tierra que se nos encargó junto a todas las criaturas que vivían, también ellas, en comunión entre sí y con nosotros, y juntos todos con el Creador.
La Creación fue perdiendo su belleza original y los custodios dejamos a un lado la labor recibida, pero no solo descuidamos lo material, empezamos también a dejar de preocuparnos y ocuparnos por nuestra alma, entre tanto avance quedó a un lado nuestra parte espiritual y nos quedamos solo con lo material y aquí todo volvió a ser desierto, tierra sin vida, caos, desorden.
Una vida en la que no está Dios difícilmente podrá tener ese orden primero, ese ideal de comunión; quien ha dejado a un lado su salud espiritual por crecer económicamente o en poder difícilmente le alcanzará el día, los meses, los años...la vida, para poder hacer todo lo que desea.
Al olvidarnos de quien puso orden por primera vez nos olvidamos de lo que realmente es el orden, nuestra vida se vuelve un conjunto de hechos que ocurren sobre los que aparentemente tenemos cierto control pero que vuelven nuestra existencia insoportable, asfixiante.
"Detrás llegó también Simón Pedro. Entró en el sepulcro y vio los lienzos en el suelo; pero el sudario que había cubierto su cabeza (la de Jesús) no estaba junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte" (Jn 20, 6-7)

Un sacerdote en una misa de Domingo de Pascua de Resurrección, explicándonos este texto, llamó la atención al hecho que el sudario estaba doblado en un lugar aparte, no en el suelo junto con las otras telas que cubrieron el cuerpo muerto de Jesús sino aparte, arreglado, ordenado, y me dio mucha curiosidad como esto que a simple vista pareciera no tener importancia le dio apertura a las palabras de las que me hago eco en esta oportunidad y que me han quedado muy bien grabadas.
Dios es un Dios de orden, y lo podemos ver en el hecho de que Jesús, luego de resucitar, acomodó el sudario que cubría su cabeza, y nos podemos imaginar que el cuerpo estaba sobre una especie de mesa y él se levantó, se quitó los lienzos del cuerpo y los dejó ahí donde cayeron pero al descubrirse la cabeza lo hace con orden. Este sacerdote que menciono nos dijo que donde está Dios hay orden, y si enlazamos esta idea con el hecho teológico de que en Cristo, Dios ha creado de nuevo, es decir, ha iniciado una segunda creación podríamos retomar la cita bíblica que leímos primero y aquellas líneas que indican que Dios pone orden a lo que estaba desordenado.
Ese pueblo que había perdido su norte, que se había olvidado de su Creador y se había entregado a deidades que no pueden salvar ha sido rescatado de la muerte eterna por Cristo Jesús. Es su Pasión, Muerte y Resurrección la que nos acerca a esa comunión con Dios que nunca debimos haber perdido. Es por él que podemos recibir de nuevo esa brisa fresca del Edén y saborear las ricas frutas que caen de los árboles mientras hablamos con Dios a pesar de encontrarnos en el bullicio y el caos existencial de muchos en pleno siglo XXI sediento de tecnología y el poder que tiene el que la controla.
Jesús es el nuevo Adán, él es el garante de la Nueva Alianza de la cual fue mediador entre Dios y los hombres en aquella cena que recordamos el Jueves de Semana Santa. Es Jesús el que se encarga de sellar con su sangre el documento que nos asegura que Dios nos asistirá con su Espíritu por los méritos de su Hijo amado cada vez que le permitimos complacerse en él al cumplir nosotros los mandamientos. Es la Resurrección de Cristo Jesús la que hace que la muerte ya no tenga dominio sobre nosotros, ya no tememos quedarnos dormidos para siempre pues él nos ha prometido que vendrá a buscarnos para llevarnos al Cielo y darnos una nueva vida, una que será Eterna.
Quien abre su corazón al misterio de la Cruz y ve en ese signo, que en un tiempo fue considerado de muerte y maligno, el amor de Dios desbordado, chorreando a cántaros, inundando todo lo que se encuentre a su paso nuestra vida no solo tendrá sentido, no solo nos alcanzarán y sobrarán las horas del día, sino que nuestra existencia ya no será vacía, tendremos una razón para levantarnos todos los días y un motivo para irnos tranquilos a la cama.
Dios es orden, y sin Dios no hay orden, y el desorden es ausencia de Dios.
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