Si te sientes agobiado, no temas

La vida tiene momentos de altas y bajas, y estamos sometidos a ellos constantemente. Para muestra de ello basta que te detengas uno segundos y veas el problema o situación actual que te está afectando, no me atrevo a mencionar alguno porque las opciones son infinitas.

Lo que sí te puedo asegurar es que eso que estás pasando ahora tiene un sentido, un para qué. Sí, lo sé, es algo que podemos entender con la razón, pero cuesta mucho aceptarlo por completo (o al menos sin rechistar) en el día a día.

Es por esa razón que hoy quiero compartir contigo lo que nos dice Dios en su Palabra, esto es, que algunas de las cosas que les pasan a los creyentes pueden ser provocadas por aquellos que no piensan igual.

Claro está, no podemos andar pensando que todos están en contra nuestra, sin embargo, en alguna ocasión sentimos que nos meten el pie para caernos o que nos colocan demasiados obstáculos para lograr nuestros objetivos e incluso hay quienes pueden llegar a decirte de frente “es que quiero que te vaya mal y no me voy a detener hasta lograrlo”.

No es algo que solo pasa en la ficción, de hecho, todo lo que vemos en libros, series y películas tiene un mínimo de inspiración en la vida real; y no es para menos. La vida misma es apasionante, interesante, llena de emociones y energía, es vibrante, cargada de un sinfín de estímulos internos y externos.

Por esta razón, es bueno tener siempre presente que, aunque creas que estás solo o que estás pasando por un momento tan difícil que no puedes salir de allí, aquellos que se burlan de tu fe y de tu estilo de vida son capaces de decir (y creer) que el hijo de Dios se librará (cf. Sab 2, 17-20)


Clama a tu Dios…

¿Qué puedes hacer mientras estás pasando por ese momento difícil y sientes que te estás quedando sin fuerzas? Respuesta simple: habla con Dios.

Sí, lo sé, puede sonar repetitivo, pero, ¿lo has intentado? Tomar el tiempo para ponerle pausa a todo y que solo seas tú y Él y Él y tú y decirle lo que estás sintiendo o pasando, lo que te angustia o preocupa, aquello que te agobia y te desgasta; es hacer vida lo que nos dice la Palabra: “Pero a mí Dios me ayuda, entre los que me apoyan está el Señor” (Sal 54(53), 6)

Una ventaja que, como cristiano, tienes es saber que Dios se hizo hombre y pasó, al igual que tú, por necesidades y problemas. ¿Qué quierodecir con esto? Que el Señor te entiende ¡¿quién más lo va a hacer como Él?!


…y Él te dará lo que te conviene

Existe un detalle con la forma en que pedimos, o, mejor dicho, la intención con la cual lo pedimos. Es por eso que, la Palabra, nos insiste en saber reconocer qué es lo que realmente queremos y qué vamos a hacer con ello.

Una muestra de sabiduría (esa que viene de Dios) es distinguir lo que quiero, lo que necesito y lo que me hace bien, pues, no son pocas las ocasiones, en las cuales pedimos a Dios algo que no nos va a hacer bien o que ni siquiera necesitamos.

Tener por tener es algo que nos llevará a un destino de infelicidad e inconformidad (y no de manera positiva). De ahí la importancia que, cuando le pidamos a Dios nos libre de esta situación actual en la que estamos, sepamos realmente qué es lo que estamos pidiendo (cf. St 3,16-4,3)

¿Acaso no queremos pasar por tribulaciones y preocupaciones porque eso nos exige actuar y poner de nuestra parte para salir de allí? ¿O más bien preferimos no estar en una situación incómoda o tensa con ese amigo o persona muy allegada para que la “relación” no se eche a perder?

Incluso, hasta la enfermedad y la muerte tienen un sentido. Queda de parte nuestra pedir, ante todo, sabiduría para discernir qué viene de Dios y qué no. Lo primero, recibirlo (a pesar del envoltorio) como lo que es, una oportunidad de crecer y acercarnos más a Dios; con lo del enemigo, nuestra oración debe ser para pedir fuerzas y no caer en las tentaciones que podemos experimentar (siendo la principal la pérdida de la fe)


En todo momento, humildad

Jesucristo, siendo Hijo de Dios, Dios mismo hecho hombre, no evitó pasar por tribulaciones o problemas, al contrario, cuántos “enemigos” pudo haberse ganado por su predicación directa y su vida coherente con el Evangelio. Él no quiso tampoco “huir” ante situaciones que le fueron muy duras o contrarias, en su lugar, siempre dio la cara y se mantuvo firme en Dios.

¿Por qué hizo esto? Te preguntarás. Y la respuesta es, a la vez, simple y compleja, en extremo tal que no podemos entenderla con nuestra razón, por eso, Él nos los dijo de forma sencilla y clara “si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos” (Mc 9, 35)

Más allá de todas las razones sobrenaturales, teológicas, proféticas, salvíficas y demás existentes, Jesús nos acerca la Verdad de una forma muy accesible a nosotros: ¿quieres sentirte bien? Sirve a los demás; y listo.

Por más extraño que pueda parecerte no hay recetas mágicas ni trucos para evitar los problemas, al contrario, es ahí en medio de aquello que sientes que te agobia, te perturba y te quita la paz donde puedes alcanzar el Cielo.

En medio de los tormentos y dificultades de la vida Dios está presente, tendiendo su mano hacia ti para que la cojas con toda confianza y atravesar juntos para salir más fortalecido y más grande.

Qué curioso que Dios y nosotros tenemos un concepto de grandeza muy distinto, para Él, mientras más consciente seas que no puedes solo, que lo necesitas a Él y que lo puedes conseguir en tus hermanos, más crecerás en Su Amor. Pues, recibiendo en tu corazón a los demás, teniendo tú la misma delicadeza de alma y pureza en tu corazón de un pequeño niño inocente y sin malas intenciones, ahí y así, precisamente, estás recibiendo al propio Dios en tu vida.

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