No comas ansias

Si hay algo que nos caracteriza a los humanos (y lo padecemos más los hombres) es la impaciencia. Queremos las cosas para ya, andamos como desesperados, bien sea en las cosas del mundo o las que provienen de Dios, queremos disponer de ellas sin esperar ninguna cantidad de tiempo. Y ni a los centros de comida rápida podemos ir porque no somos capaces de esperar los escasos diez minutos (o menos) que tardan en darnos una comida que ya estaba preparada con anticipación "para ganar tiempo".

Y en cuanto a los asuntos de pareja nos pasa igual, y hasta peor. Queremos todo para ya, con una incapacidad, que en algunos casos parece patológica, que no nos permite apreciar lo bueno de la vida y el saber esperar.

En una oportunidad leí sobre cómo son los tiempos para la comida en cierto país (no recuerdo cual), en el que la gente disponía de una hora para comer, pero una hora en la que se sentaban en el local a esperar que le hicieran la comida, la cual hacían sin apuros y que luego la gente comía sin apuros. Disfrutaban lo que comían, entendiendo que la mejor forma de degustar es el saborear con lentitud lo que se ingiere. Y esto mismo nos sirve para la vida misma.

Ir por la vida con lentitud para las cosas que son de provecho, para las cosas que deben disfrutarse, por las cosas que, no es que valen la pena, si no que, se necesitan esperar. Bien sea una comida o bebida, como también una película o un libro, y con más razón la compañía de los seres queridos. Y esto aplica para todos, bien sean familiares o amigos, compañeros o vecinos, pero por encima de todo si se refiere a la pareja. Y a esto último que quiero escribir, a las parejas. 

Los hombres, en esa descarga de testosterona que nos caracteriza y el influjo de ideas machistas heredadas casi que tatuadas en nuestro ADN, queremos llevar a la cama a la primera mujer que vemos que nos gusta, sin saber siquiera qué piensa ella de eso. Y si tenemos la osadía de no querer llevarla a la cama la primera cita y esperamos que seamos novios para proponer la fulana "prueba de amor" y ella se niega nosotros nos damos vuelta y aplicamos la de "si te he visto, no me acuerdo". Ojo, no estoy diciendo que todos los hombres seamos así, pues el que escribe no entra en ese lote, mas como hombre debo reconocer que las hormonas a veces no ayudan.

Y es aquí donde entra nuestro actuar como cristianos, pues, aunque Dios nos creó sexuados y sexuales, también nos dio raciocinio para que usemos el cerebro y no actuemos por instinto. ¿Por qué digo eso? pues porque como hombres cristianos que somos (o que debemos querer ser) no podemos pretender que nuestra conquista, o novia vaya a ceder a unas palabras dulces para irse a la cama con nosotros, es más ni siquiera debemos pretender llevarla a la cama (en plan sexual) antes de hacerla nuestra esposa, pues Dios no dijo que íbamos a tener compañeras sexuales, Él nos ofrece una compañera de por vida. Compañera que no siempre podrá tener relaciones sexuales (o que no querrá siempre), por eso es tan importante llevar las cosas con calma y conocerse, ir con calma y  saborear la relación, esperar el tiempo que Dios disponga necesario para llegar al matrimonio (que ya luego será con calma degustar ese manjar que Dios nos sirve en ese sacramento) sin comer ansias, dejando todo en manos de Él, que no solo es sabio, si no que es justo y que no da pan al que no tiene dientes sino que da pan al que tiene quien se lo agüe para que pueda comerlo.

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