Amar

En Éxodo 20, 22 y siguientes, encontramos los mandamientos que Dios le entregó a Moisés, los cuales son bastantes claros en cuanto qué hacer y qué no. Son los 10 que nos enseñan en la catequesis, los cuales nos aprendemos de memoria porque el sacerdote nos lo va a preguntar, y que, al parecer, olvidamos una vez recibido el sacramento para el cual nos preparábamos.

Diez mandamientos que resumen bastante bien lo que, detalladamente, describe el libro citado. Diez mandamientos que al parecer aprendemos en nuestra mente y se queda almacenado como conocimiento, pues no lo llevamos a la práctica.

Mandamientos que entendemos como eso, algo que hay que hacer, unas órdenes a seguir, directrices que debemos ejecutar porque si no tendremos consecuencias nefastas. Y no, no creo que exagere, seamos honestos, muchos de nosotros hemos llegado a ver los mandamientos como algo pesado de cumplir, como una imposición, y hasta como un castigo. Pero no nos culpo, como en la viña del Señor todo es posible, capaz nos tocó un(a) catequista del estilo que Dios es castigador, es opresivo, que está pendiente de lo que hacemos mal para caernos encima.

El Dios que se presenta al pueblo de Israel es un Dios fuerte, castigador, y si leemos en el Éxodo, es un Dios que se llama a sí mismo Celoso, es un Dios posesivo, que no quiere que la gente mire para otro lado. Que si nos ubicamos un poco en el contexto histórico del momento, es un pueblo con una fe que está comenzando, por lo tanto es una fe débil, que puede corromperse fácilmente, es por ello que Dios se presenta como un Padre estricto.

Muchas personas hoy en día siguen con esa imagen de Dios, es un Dios al que le temen, no que lo respetan; un Dios que dio unos mandamientos que hay que cumplir porque si no algo malo pasará como castigo por incumplir la voluntad de Dios. Y si se tiene esa imagen de Dios, si tenemos a nuestro Padre como alguien que nos educará con refuerzos negativos, pues lo menos que podemos es predicar a un Dios-ogro y no a un Dios-Amor.

Entonces, llega Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, y empieza a hablar de un Dios que es Amor, predica el amor al prójimo, ama a quienes le hacen el mal, y dice que hay que amar al enemigo. Nuevamente, intentando ponernos en aquella época, imagínense crecer con una imagen de un Padre castigador, casi celoso en extremo y que no nos da chance de ser nosotros mismos y aparece un tal Jesús que se dice Hijo de Dios y que nos predica el Amor y la libertad que Dios Padre nos regala con el don de su Espíritu, no se ustedes, pero yo lo menos que podría es creer eso, pensaría que el que me está hablando está loco e’ perinola (completamente loco), pero no, Jesús no está loco, lo que él nos dice es Verdad, Dios Es Amor.

Cristo nos hace la tarea de los mandamientos más sencilla, pues nos resume los detalles y resalta la esencia: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Dos mandamientos que son bastante claros en lo que dicen: hay que amar!


Yo me atrevería a ir un poco más allá, yo diría que el único mandamiento que Dios nos da es Amar. Lo cual es bastante evidente si tomamos en cuenta que Dios Es Amor, así como es Padre y es Hijo también es Espíritu de Amor que mantiene la Unidad de la Santísima Trinidad. Que si lo vemos así, tampoco es un mandamiento, pues, el que ama, no manda ni ordena, solo dice lo que es mejor para el otro.

Entonces, si todo lo que he dicho hasta ahora les parece cierto, resulta que no tenemos 10 mandamientos, ni siquiera tenemos 1, lo único que Dios nos dice desde el principio del mundo es que amemos. Pues quien ama, no solo busca lo mejor para el otro, sino que entrega su propia vida por el ser amado; no le hace daño, pues eso le dolería a sí mismo; no busca el error ajeno, ni la posibilidad de sobresalir a expensas del que ama; y así pudiera seguir, y seguir, y seguir...pero creo que quedó claro, lo que Dios nos pide es Amar.

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