No negociable
Hay cosas en la vida que no se pueden negociar, otras sí se pueden, y otras tantas que no se deben negociar pero hay quien lo hace. De una u otra forma todos hemos aprendido lo que son los valores, así como hemos recibido una educación bien sea en casa o en el colegio. Y si no ha sido en la casa ni en la escuela, entonces ha sido la calle la que nos ha enseñado las cosas, tanto las buenas como las malas.
Me atrevo a decir que todos hemos escuchado de nuestros padres la célebre frase "estudia, que esa será la única herencia que te dejaré" y, hablando de cosas que realmente importan, esto es cierto, puesto que son los valores que hemos aprendido los que nos acompañarán toda la vida. Esos que se adherirán a nosotros y nos definirán como personas donde sea que nos paremos.
En el mundo hay muchas cosas con las que se pueden hacer negocios, bienes materiales, objetos de valor...pero lo único con lo que no podemos negociar es con nuestros valores, por lo dicho en el párrafo anterior, sería vendernos, rebajarnos al ser mercancía, y no es esto lo que Dios quiere para nosotros.
Cuando digo negociar los valores me refiero a cuando estamos en posiciones incómodas, que van en contra de lo que nos enseñaron de pequeños, eso que llamamos valores, y que dejamos a un lado o renegamos de ellos, para salir airosos (a los ojos del mundo) a dicha situación. Y me vienen tantos ejemplos a la mente que estoy seguro todos entenderemos, pero diré unos cuantos que pienso servirán: estamos en la calle y nos encontramos con un billete de una denominación bastante atractiva para nuestro bolsillo, y sentimos las ganas de agarrarlo, total, a quien se le perdió no va a regresar a buscarlo; o cuando estamos reunidos con nuestros amigotes y/o amiguitas y hablamos de nuestra vida privada, ufanándonos de ella o convirtiéndola en una historia digna del cine para que así todos se sorprendan de lo bien que vivimos; o cuando nos piden que engañemos, que seguro nadie se va a enterar; y, para terminar estos ejemplos, el que me parece el peor de todos: cuando no mencionamos a Dios y nuestro deseo de seguirle porque vamos a quedar en pena frente a los demás.
La educación recibida, tanto moral como cristiana, es un bien invaluable en nuestras vidas, bien que no se puede vender, ni alquilar, ni mucho menos prestar, puesto que el único que puede pagar ese precio, resulta que lo hizo hace más de dos mil años cuando entregó su vida en una cruz. Ni tu ni yo podemos negar de todo lo que hemos recibido, y ya Jesús nos lo dijo "Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios" (Lc 12, 8-9).
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