Amor de lejos...
Amor
de lejos felices los cuatro o amor de tontos son algunas cosas que he escuchado
en cuanto a tener una relación sentimental de tipo amorosa cuando hay distancia
geográfica de por medio. Y en este momento, mi novia y yo estamos distanciados físicamente,
pues estamos en ciudades distintas, y es un poco sobre eso lo que quiero
compartir con ustedes.
Cuando dos personas se disponen a comenzar una relación hay cosas que son muy importantes, en primer lugar, que ambos sepan, qué se quiere de la pareja y que se está dispuesto a dar, es decir, que desde el principio deben saber si es pa’ algo serio que quieren estar juntos.
Si bien es cierto que en nuestra actualidad es necesario que tanto hombres como mujeres tengamos una carrera universitaria y ambos desarrollarnos como profesionales, más cierto es, que, independientemente de cuál de los dos sea, el otro debe apoyarlo. Pero no es un apoyo obligado, es un apoyo sincero, luego de conversarlo y exponer, quien se tenga que alejar, la necesidad de hacerlo, lo más justo para ambos es que, quien se queda apoye a quien se va. Esto, claro está, asumiendo que ambos quieren construir una relación con futuro. Y un poco de esto me pasó.
Mi novia estudia Medicina (yo, Ingeniería, pero eso es pa’ otro cuento) y por motivos de la carrera ella tuvo que irse de la ciudad donde está la universidad, fueron aproximadamente 8 semanas sin verla (ella no podía venir y a mí se me dificultaba ir para allá), que sí, que por el celular o por internet estábamos en contacto, pero no es igual, jamás lo será, porque puede enviarme una foto de su mano pero no por verla voy a sentirla como si se la estuviese agarrando, o al hablar por teléfono puedo escuchar su risa pero no es igual que tenerla frente a mí y ver cómo le brillan los ojos cuando se sonríe (y perdonen si hablo mucho de mí pero les prometo que voy a llegar a algo).
En este momento que escribo estas líneas llevo unos maravillosos 16 meses de noviazgo con Luisa (ese es el nombre de mi novia) y la verdad que no hay nada que le quitaría a lo que hemos vivido, los buenos momentos son recuerdos que hay que atesorar, y que repetir los que se puedan, y los malos momentos son recuerdos de los que hay que aprender qué no se puede repetir, ya que, esto daña la relación.
Unos amigos se sorprenden de que, a pesar de la distancia física, seguimos en contacto, y las manifestaciones de afecto siguen intactas, claro está hemos aprendido otras formas de hacerlo, con más palabras, y viva la tecnología que nos permite enviar notas de audio, pero es que es así, cuando la rutina cambia hay que adaptarse a dichos cambios, no se puede dejar morir el amor.
Lo que hace que un amor de lejos sea un amor de tontos es que las personas, acostumbradas al día a día no se percaten que la relación hay que cultivarla TODOS los días, sí, como la plantita que hay que darle agua y luz para que crezca, igualmente es el amor, hay que día a día alimentarlo, que ambos sientan que, a pesar de que no se ven con frecuencia, no ha cambiado ni una pizca lo que sienten el uno por el otro.
De más está decir que la fidelidad también ayuda, porque sí, el cuerpo pide, es natural, normal y nadie puede recriminarlo, pero si de verdad dices amar a tu pareja lo menos que le debes es fidelidad, y aquí me regreso a mencionarles que hay que tener claro qué es lo que se quiere del noviazgo, ¿acaso es llevarla a la cama todos los días, y no precisamente a ver la televisión? O más bien ¿lo que se quiere es tener un noviazgo como Dios manda, ese donde estás consciente de la dignidad de la otra persona y, más aún, estás consciente, y agradecido, que es un regalo de Dios la relación en la que encuentras?
A mí lo que me ha servido para mantener la relación es estar consciente de qué es lo que quiero, y yo quiero un matrimonio cristiano, y ese hay que cultivarlo desde el noviazgo, viviendo como verdaderos hijos de Dios. No hay fórmula mágica para mantener la relación, lo que hay es amor verdadero, el amor es entrega, y la entrega es dolor, un dolor pasajero que, una vez vencida la tentación, se convierte en una bendición aún mayor, puesto que, has fortalecido tu noviazgo al demostrarte a ti, a tu pareja, al mundo y a Dios que tú no estás jugando.
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