Rancho en la cabeza
Hay una expresión popular que, queriendo o no, etiqueta a las personas: "tiene el rancho en la cabeza" y se refiere a esa gente que no tiene aspiraciones de surgir, que no piensa en futuro, e incluso puede tener mucho dinero pero su pensamiento sigue siendo mediocre y disculpen la dureza de la palabra pero es una realidad.
Son muchos los que viven su vida al día, siguiendo ese otro refrán "como vaya viniendo vamos viendo" sin planificarse, sin pensar en tener mejores condiciones económicas o en ser mejores personas incluido a nivel profesional. Es muy frecuente ver esto en comunidades de escasos recursos económicos lo cual, a su vez, es paradójico puesto que debería nacer en ellos el deseo de salir de allí e incluso que sus hijos no viviesen en las mismas condiciones de pobreza.
Cabe destacar o más bien aclarar otro mal cliché (como todos los clichés) que dice que la gente que no es adinerada son de malos sentimientos o no tienen valores lo cual es falso puesto que son muchos los casos en que esa gente que no tiene para comer tres veces al día sabe más lo que es compartir que aquel que tiene las tres comidas y sus dos meriendas todos los días. El valor del compartir, por mencionar uno, no tiene clase social sino que tiene condición espiritual pues si no te nace compartir el pedazo de pan que tienes mucho menos compartirás toda una res, caso contrario, si compartes aún esa muy pequeña porción de un pan que tiene días mucho más compartirás (y con alegría) el banquete variado en aves y rumiantes.
Para nuestro Señor debe ser bastante triste ver cómo unos pocos quieren (y logran) acaparar para sí mismos muchas riquezas y bienes materiales y muy poco se ocupan (mucho menos se preocupan) de esos sus hermanos que tantas necesidades están pasando. El valor de la solidaridad debe surgir de cada uno como un signo de agradecimiento, no ayudar para que vean lo bueno que soy sino como un gesto de querer que el otro salga de abajo.
Sin embargo, esta mentalidad "rancho en la cabeza" no es exclusiva de las clases sociales de bajos recursos, hay quienes han salido de esa pobreza económica pero no han madurado su forma de pensar, no se preocupan por el mañana sino por obtener más y más dinero. Estos pueden caer en situaciones difíciles pero en lo personal, muchos casos hay que terminan divorciados o deprimidos, el dinero no puede dar la felicidad aunque la gente crea que sí.
Como cristianos estamos llamados a cosas grandes y no precisamente en el templo, mas bien, en la comunidad, en nuestro ambiente de estudio o trabajo. Somos nosotros los que nos llamamos seguidores de Cristo los que debemos querer dejar a un lado esa mentalidad mediocre, somos nosotros los únicos que, con la ayuda de Dios podemos salir adelante, y no es que sea malo tener dinero y propiedades, sin embargo debemos tener la mente puesta en ser mejores personas y mejores cristianos día a día, pues cuando nos vayamos de esta vida a la otra será nuestras buenas acciones (sinceras) las que nos llevaremos.
Cabe destacar o más bien aclarar otro mal cliché (como todos los clichés) que dice que la gente que no es adinerada son de malos sentimientos o no tienen valores lo cual es falso puesto que son muchos los casos en que esa gente que no tiene para comer tres veces al día sabe más lo que es compartir que aquel que tiene las tres comidas y sus dos meriendas todos los días. El valor del compartir, por mencionar uno, no tiene clase social sino que tiene condición espiritual pues si no te nace compartir el pedazo de pan que tienes mucho menos compartirás toda una res, caso contrario, si compartes aún esa muy pequeña porción de un pan que tiene días mucho más compartirás (y con alegría) el banquete variado en aves y rumiantes.
Para nuestro Señor debe ser bastante triste ver cómo unos pocos quieren (y logran) acaparar para sí mismos muchas riquezas y bienes materiales y muy poco se ocupan (mucho menos se preocupan) de esos sus hermanos que tantas necesidades están pasando. El valor de la solidaridad debe surgir de cada uno como un signo de agradecimiento, no ayudar para que vean lo bueno que soy sino como un gesto de querer que el otro salga de abajo.
Sin embargo, esta mentalidad "rancho en la cabeza" no es exclusiva de las clases sociales de bajos recursos, hay quienes han salido de esa pobreza económica pero no han madurado su forma de pensar, no se preocupan por el mañana sino por obtener más y más dinero. Estos pueden caer en situaciones difíciles pero en lo personal, muchos casos hay que terminan divorciados o deprimidos, el dinero no puede dar la felicidad aunque la gente crea que sí.
Como cristianos estamos llamados a cosas grandes y no precisamente en el templo, mas bien, en la comunidad, en nuestro ambiente de estudio o trabajo. Somos nosotros los que nos llamamos seguidores de Cristo los que debemos querer dejar a un lado esa mentalidad mediocre, somos nosotros los únicos que, con la ayuda de Dios podemos salir adelante, y no es que sea malo tener dinero y propiedades, sin embargo debemos tener la mente puesta en ser mejores personas y mejores cristianos día a día, pues cuando nos vayamos de esta vida a la otra será nuestras buenas acciones (sinceras) las que nos llevaremos.
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