Cristo y el azúcar

Lo que viene a continuación no me sucedió a mí directamente pero sí lo presencié. 

Estaba en un supermercado con un amigo cuando se nos acercó una señora con su hijita de meses cargada en brazos preguntándonos dónde habíamos conseguido el azúcar (yo llevaba una), le respondimos que creíamos que ya no había (quedaban tres cuando yo agarré la mía) y ella se fue a buscar.

Me sorprendió malamente el aspecto físico de esta mujer, muy delgada, me atrevería a decir que "en el hueso", y cargaba un pantalón que se le estaba cayendo, dejando ver que cargaba otro debajo (por lo mismo que le quedaba "grande") y se estaba amarrando el que estaba por encima con un pedazo de cinta. ¿La bebé? Descalza y con un pañal que me parecía que no era su talla porque le quedaba grande también, ella se veía más rellenita que su mamá.

Esto me hizo pensar mucho, en todas las cosas que tengo y que no valoro y/o agradezco, tengo ropa que me queda y otra que no por lo gordo que estoy, como tres veces al día y una que otra entre comidas y estoy tan acostumbrado a que esto es normal que no pienso en que hay gente que por gracia de Dios tiene para comer aunque sea una vez al día. También vi amor en esta madre, seguro está así de descuidada porque vela por la alimentación de su hija.

Mi amigo me preguntaba (aguantando el llanto) que por qué Dios nos permitía estar viendo eso y compartí con él (yo también con ganas de llorar) la reflexión a la que me llevó esto. Y me confesé pecador porque me venían tantas caras a la mente que viven en una burbuja de comodidad y fluidez económica que, en mi juicio errado, debían estar viendo esa situación.

Vuelve la señora con un paquete de azúcar que consiguió y se veía tan contenta, ¿cuánta necesidad tendría ella de este producto?. La deja con nosotros (nos ofrecimos a llevarle eso para que tuviese las manos libres para la niña) y se vuelve a ir, regresando al rato con otro paquete de azúcar para mi amigo, se lo entrega y le dice -tome señor, para que usted también lleve-, debo confesar que no se cuál de los dos hizo más esfuerzo para no llorar en ese momento, esta mujer en medio de su necesidad fue capaz de pensar en otra persona y ayudarle dentro de lo que podía, cuán grande y misericordioso es nuestro Señor y nos enceguecemos viendo tantas cosas que no son Dios.

Me viene a la mente en este momento una persona que me corregía una vez cuando pregunté "por qué Dios..." en vez de "para qué...", Dios nos enseña a cada instante de nuestra vida, con este hecho a mí me enseña que debo ser agradecido por lo que tengo.

Dios siga protegiendo a todas las personas que la sociedad hemos dejado a un lado.

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