El sacramento "de los muertos"

Jesucristo, en su Amor entero y eterno hacia nosotros ha querido quedarse de todas las maneras posibles entre nosotros. Por ello tenemos los sacramentos de la Iglesia y tenemos a esta como sacramento de Cristo. Todo lo que la Iglesia hace en nombre de Jesús es signo y presencia real de Dios en medio del pueblo, o mejor dicho, con el pueblo. 

Nuestro Dios nos ama tanto que no le basta estar entre nosotros sino que quiere estar con nosotros, y de ser posible en nosotros. Para ello bastará que estemos dispuestos a aceptarlo, a darle cabida en nosotros, a abrir la puerta de nuestro corazón para que Él pase.

Me mueve en este momento a escribir sobre un sacramento que tenemos mal visto, que consideramos durante mucho tiempo para todo lo contrario que es. Unción de los enfermos, temidos por muchos, mal conocida por otros, extraña para el común denominador.

Decimos muchas veces con la boca llena de no se qué que al enfermo hay que llevarle el sacerdote para que se confiese y reciba la unción y así pueda (aquí viene lo que no tiene sentido) irse en paz. Y yo me pregunto: si los sacramentos son acciones eficaces de Cristo por las cuales recibimos la Gracia ¿por qué pensamos que va a terminar de matar a la persona que lo reciba?

Un sacramento es un signo de la acción de Dios en la vida de la Iglesia, de forma muy muy especial en la persona que lo recibe, entonces ¿por qué creer que algo venido de Dios va a traernos la muerte? Durante muchos años estos hechos iban de la mano porque se buscaba al sacerdote cuando se veía al enfermo o mejor dicho al moribundo a punto de partir de este mundo, y pues, yo quiero confiar en Dios pero por muy muy Su acción, si se administra el sacramento de la unción de los enfermos cuando ya está muriendo alguien lo más normal que puede suceder es que no recupere la salud.

Para entender lo que es el sacramento de la Unción de los enfermos animemos la imagen que ilustra este post, es decir, veamos a Cristo moviéndose, pasando su mano por la parte enferma, posándose luego sobre su corazón, sobre su pecho, o mejor aún, tomando al enfermo de la cama y metiéndolo bajo la ducha, restregando con una esponja para quitar cualquier rastro de enfermedad física, cualquier marca que malhiere.

Esto hace en el alma (y por acción de Dios en el cuerpo) el óleo de los enfermos. Clama al Señor por la curación espiritual y física, pide lo mejor para él/ella y para la familia y quien está a cargo de su cuidado.

Cuando el sacerdote unge al enfermo, reza por su mejoría y administra también el sacramento de la reconciliación está preparando a ese Cristo sufriente para la crucifixión. Ese cuerpo que se siente débil, maltratado, sin fuerzas, que no aguanta más, que no puede más...ese es Cristo que está pidiendo compañía, auxilio.

Quitemos la mala reputación a este sacramento y devolvámosle lo que el Señor le dio desde siempre y que nosotros le habíamos robado: sacramento de unción de los enfermos, acción gratificante de Dios que procura la salvación del alma y la sanación del cuerpo.

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