¿Es de Ella o de Él?
Es curioso, al menos para mí, como María ha entrado en mi vida de una manera tan sutil pero, aparentemente, tan sólida. También lo es que he querido en un arrebato de devoción escribir sobre Ella y para Ella y termino escribiendo sobre Cristo, y no es porque en mi corazón María sea menos importante sino porque, espero en Dios, he entendido, asimilado, digerido, internalizado... (la que a usted más le guste) lo que ella dice en las bodas de Caná: hagan lo que él les diga (Jn 2, 5).
Con cuanta ilusión he querido escribir sobre María y sobre este amor hacia ella que poco a poco ha ido creciendo dentro de mí, y que distinto es de lo que yo mal creía era ser devoto suyo. Pero no, termino escribiendo algo distinto a lo que empecé.
Tuve la gracia de compartir un día con los hermanos de Lazos de amor mariano y cuánto ha quedado en mí grabado su lema "A Jesús por María" y es que lo he estado viviendo, bueno, lo estoy viviendo, porque queriendo acercarme a Ella estoy siendo llevado más hacia Él y ¿cómo va a ser de otra manera si por María nos vino Jesús? ¿A dónde puede llevarnos la Madre del Verbo sino al Hijo de Dios? Por Ella vino Él al mundo pero es que su misión no era otra que esa, ser la primera evangelizadora, la primera cristiana, la primera misionera, la primera servidora, ¡el primer Sagrario!
De María no podemos esperar que llame la atención sobre su persona, y va más allá de su humildad (don del Espíritu Santo) pues su misión era y aún es conducirnos a Cristo. ¿Cómo quedarse con la Buena Nueva para sí sola? No puede. El amor que siente hacia Dios es tan grande que quiere todos lleguen a Él y se salven, por eso en cuanto recibe la gracia de ser la madre de Jesús corre, consciente o no, a su prima Isabel, va a servirle a ella que también ha recibido gracia de Dios (Lc 1, 39-45).
Por eso el Papa Francisco nos invita hoy a primerear en todo, (como María, agrego yo): en el amor, en el servicio, en la fe, en la entrega, en la humildad...María sabe que lo que ha recibido es muy grande, nosotros ¿lo sabemos? El regalo que nos ha sido dado no es poca cosa y sería mal de nuestra parte quedárnoslo.
En una actividad a la que tuve la gracia de asistir teníamos como lema "La fe se fortalece dándola". ¿Cuánto no podemos crecer en las virtudes practicándolas? Por supuesto que las teologales vienen de Dios en primer lugar pero una vez recibida podemos, con su gracia, crecer en ellas al practicarlas. Fe, esperanza y caridad, pero la más grande es la caridad (1 Co 13) y María nos lo demuestra toda su vida.
Tuvo fe al creer en el anuncio del ángel, tuvo fe en la Palabra de Dios que prometía la salvación a Israel, tuvo fe a pesar de "dudar" sobre el milagro (Lc 1, 26-38) no porque lo creía imposible sino porque de alguna forma Dios iba a valerse para ello. María tuvo fe porque a pesar de lo que vivió sabía que Dios estaba con ella.
Esperanza porque esperaba al Mesías, sabía que iba a darles la salvación, a sacarlos de la esclavitud, posiblemente no entendió al principio cómo iba a ser esto pero tenía en su corazón la esperanza en Dios. Esperó en el Señor todo lo que debía venir, y esto le daba paz, esa tan necesaria en los momentos que sintió angustia por su hijo, la esperanza le daba la tranquilidad que Dios iba a sacar algo bueno de eso.
Por encima de todo, caridad. Supo desde el principio que el hijo que se le había dado iba a hacer grandes cosas y lo amó como madre y lo amó como creyente. María puso su fe y esperanza en el Mesías que debía venir, creyó en el anuncio del ángel que de ella iba a nacer al que tanto esperaban. Ella amó a Dios, amó a su Hijo, amó a su esposo, a sus parientes, a sus hermanos, a su pueblo, y estoy seguro que aún con esa espada de dolor atravesando su corazón amó a esos hombres porque ella sabía que así debía ocurrir, estaba escrito.
María aún tiene fe en que este pueblo quiere buscar a Jesús, tiene esperanza en que va a lograrlo y tiene tanto amor que nos lleva de la mano hasta Él (no sea que nos perdamos en el camino)
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