El ciego soy yo
La semana pasada en un día me encontré a 04 personas invidentes que iban acompañadas por la calle en un lapso de tiempo de 30 minutos y al día siguiente en el trabajo atendí a una persona con visión disminuida. No es que sea anormal encontrarse personas en estas condiciones físicas sin embargo despertó mi curiosidad y me pregunté si era Dios que quería decirme algo.
Pensando un poco al respecto podría decir que sí, es Dios que quiere decirme algo, yo tengo mis ojos físicos bien (con astigmatismo e hipermetropía pero me funcionan) y a veces me quejo de tantas cosas; a simple vista no estaban de mal humor o tristes, al contrario, una de ellos iba bromeando con su compañera sobre otro que iba adelante de ellos (me pareció que iban juntos los cuatro) y el cliente se veía tan bien en cuanto a que él podía colocar su aviso a pesar de tener que pegar la cara prácticamente a la planilla para poder escribir.
¿Y yo? (estoy lo estoy aprendiendo de mi párroco) que tengo mis ojos bien ¿soy agradecido con Dios, vivo mi vida de buen humor consciente que no tengo problemas más allá de los propios del ser humano y estar vivo? Porque no es en plan comparación de yo estoy mejor, no es esa intención, sino en revisar mi actitud ante la vida; si no tengo una enfermedad grave o una mal formación física o algún trastorno mental ¿por qué me quejo en lugar de pedirle a Dios me de la gracia de usar para bien mi cuerpo?
Esta reflexión no es tan larga porque creo que está de más de claro a dónde voy a parar: agradecer a Dios por todo lo que tengo, por todo lo que me da, es el comienzo para ser feliz.
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