Fidelidad al Magisterio
Haciendo un poco de revisión en el ejercicio de la catequesis me he dado cuenta que con los años he tenido un cambio, para mí, muy significativo. Los primeros años daba una leída superficial al instrumento que me facilitaban para los encuentros de catequesis y el resto lo completaba con lo que yo "sabía", olvidándome de una gran verdad: el conocimiento no es mío, y esto lo veo de dos formas distintas, primero, no me pertenece porque todo lo que yo aprendo es para compartirlo con los demás y segundo, yo no sabría nada de lo que digo saber si no fuese porque Dios me lo ha permitido aprender por medio de su Espíritu.
Recordando cómo era al principio y viendo cómo soy ahora en la preparación de los temas siento que he crecido, y no a nivel de pedagogía ni doctrinal (que ambas no son solo buenas sino necesarias) sino en cuanto a reconocer que si yo, primero, bebo de la fuente directa de la Revelación, es decir, la Biblia, y lo complemento con el Magisterio de la Iglesia (Catecismo de la Iglesia Católica y el Papa) estaré mejor alimentado para poder compartirlo con los demás; podré así llevar a Cristo y no a mí, que al final es lo que debo procurar.
Y vaya qué cambio ha ocurrido, porque no solo me lleno de información sino que veo, y no porque dudara de ello, que todo, todo, todo lo que la Iglesia proclama tiene su fuente en la Palabra. Esto hace que todo sea distinto porque en ese querer profundizar, formarme para estar preparado para las preguntas que puedan hacer, tener algo bueno que darle a mis hermanos, me he ido encontrando poco a poco con Dios y eso ha mejorado mi vida espiritual mucho (como le digo al grupo de catequesis actual, sigo en mi proceso de conversión) a pesar de no ser hueso fácil de roer en algunas ocasiones.
Me he sorprendido gratamente por esto primero porque esa fidelidad al Magisterio no ha sido una decisión razonada y evaluando pros y contras, al contrario, muy espontáneamente he dicho que todo está allí contenido, ¿qué voy a inventar yo? Así que ahora busco todo en estos textos, y mi aporte no es más que adaptar el lenguaje o adaptarlo a las realidades propias del grupo (pero sin dejar de pedirle a Dios antes de preparar el tema, mientras lo preparo y antes de compartirlo con los muchachos).
El Catecismo y la Biblia no nos amarran, al contrario, nos da la libertad propia de los hijos de Dios para llevar a ese Cristo que hemos encontrado y que nos mueve a quererlo compartir con los demás. Si queremos ser fiel a Dios, ser fieles a través de la Palabra escrita es una buena opción.
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