De los influencers
Hay un término de mercadeo que se utiliza para indicar aquellas personas o cuentas que tienen una gran influencia sobre las masas en las redes sociales, la palabra: influencer, el objetivo: vender.
Un influencer no solo posiciona una marca o un producto dentro de un mercado altamente competitivo, es decir, no "solo" habla sobre las razones por las cuales deben comprar lo que está promocionando, no, va más allá, muchos de ellos hablan de los beneficios que el artículo "x" ha traído a su vida, desde lo más normal del mundo como puede ser una golosina hasta aquel medicamento que ha cambiado su calidad de vida para mejor, pasando por supuesto por la estética que no es necesaria pero nunca está de más.
Al llegar a este punto (y si me honras con tu lectura frecuente) te preguntarás a dónde quiero ir, y como el suspenso no es agradable para todo el mundo no le daré más largas, la cuestión hoy es: ¿y dónde están los influencers de la fe?
Está de más de claro que Jesucristo y su plan salvador no es un producto que está a la venta, pero mira cuánto bien nos hace y cuán distinta puede ser nuestra vida luego de "probar" vivirla según sus criterios. Y la pregunta es válida no solo para ir a buscarlos allá afuera, en el mundo no físico de las redes sociales (como me enseñó un sacerdote youtuber: no podemos decir que el mundo que se ha desarrollado a través de las redes sociales y el uso de intenet no es real, cierto que no es físico pero no por eso deja de ser real) sino para que cada uno de nosotros se pregunte a sí mismo si hace uso de estos medios para hablar de su fe.
La era digital ciertamente tomó a muchos por sorpresa pero no podemos quedarnos por fuera los que creemos en Cristo y queremos compartirlo con los demás: youtube, twitter, instagram, facebook, los estados temporales de whastapp, los blogs, entre muchas más, son herramientas con un poder comunicacional grande y se nota por la cantidad de personas que día a día acuden a ellos, unos "colgando" información y otros "consumiéndola".
Los cristianos no podemos quedarnos atrás en esto, es verdad que la evangelización hecha persona a persona, en la cotidianidad de la vida, de la amistad y la cercanía física nunca podrá ser reemplazada por otra, mas no deja de ser cierto también que cada vez son más las personas que tienen acceso a internet y que están migrando sus relaciones interpersonales y demás interacciones a esta plataforma virtual.
A modo de chiste escuché una vez a una persona decir que san Pablo hizo tanto bien en su evangelización con los medios propios de la época, ¿cuánto no haría hoy con carro, un celular e internet? Y a esto estamos llamados los cristianos de este siglo, a ser esos Pablos que evangelicen sin cesar por todos los medios y a todas horas, eso sí, con el respeto que se merece cada quien, puesto que el Señor nos mandó a que todos fueran creyentes (cf Mt 28, 19) pero en ningún momento dijo que era a la fuerza, Dios nos ha hechos libres y si él respeta nuestra libertad ¿quiénes somos nosotros para no hacerlo?
Alguno podrá decir que no tiene mucha presencia en las redes, que no tiene tantos seguidores o que no se siente capaz de influenciar a los demás, y yo me respondo y le respondo a esa persona "si no lo intentas nunca lo sabrás". Así que no hay más excusas, la evangelización nos compromete a todos, el amor de Cristo no puede quedarse solo en nosotros, él vino para salvar al mundo y regresó a su Trono pero nos dejó la misión de continuar su obra redentora, te toca a ti responder a su pregunta: "¿te atreves?"
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