Algo sobre la misericordia
¿Qué significa la palabra "misericordia"?
Según el diccionario de la RAE, la palabra "misericordia" proviene del latín y tiene, entre otros, estos dos significados:
- Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos.
- Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas.
Según lo que el pueblo cree, es decir, lo que podemos escuchar de las personas que nos rodean, es muy probable que el concepto de misericordia tenga más relación con pena, lástima o cualquier otra emoción parecida a estas.
Si intentamos unir estos conceptos tendremos, aproximadamente, que la misericordia es la disposición que se tiene para considerar lo malo que le ocurre al otro y, en el mejor de los casos, hacer algo para que la situación sea diferente.
Sin embargo, este concepto sigue estando lejos de lo que he aprendido con la encíclica Dives in misericordia del papa san Juan Pablo II, este documento nos presenta un rostro de Dios distinto del que comúnmente podemos tener.
Dios ha sido el primero que nos ha buscado, que se movió hacia el otro, nosotros; con su Espíritu Él nos han dado vida, y así, podemos corresponderle moviéndonos hacia Él. Por lo tanto, la misericordia se parece más a una acción que a un sentimiento o emoción.
La misericordia en tres direcciones
Ahora, ¿qué significa para nosotros esto de la misericordia como un movimiento de salida hacia el otro? Empezaré diciendo lo que no es: no es lástima, pues Dios no sabe de lástima sino de compasión; no es limosna como quien da de lo que le sobra, Dios no da poco sino todo.
La misericordia es, según nos explica el citado documento, el reconocimiento de la dignidad humana. Quizás esto nos parezca muy extraño pues ¿cómo es eso que misericordia es dignidad?
Para responder a esto debemos recordar que Dios ha puesto al hombre como el ser superior de toda la creación, es decir, de todo lo que podemos encontrar en este planeta nosotros somos responsables. Tenemos la capacidad de cuidar, proteger y, claro está, valernos de lo necesario.
Somos administradores y guardianes de la creación (cf. Gn 1, 28-30) y ya esto nos coloca en una posición distinta que nos puede orientar, ahora sí, hacia la misericordia, la cual podemos verla en tres dimensiones.
a) de Dios hacia el hombre
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza (cf Gn 1, 26), es decir, un ser con la capacidad de ser humano, de amar, de comunicarse, darse y entregarse. Nos creó no para darse gusto a sí mismo, como algunos piensan, sino para que pudieras disfrutar de la creación.
Él ha querido hacer un ser que se le parezca, incluso, en la cocreatividad. Por eso, cuando Dios ve a un hombre (entiéndase en cuanto a especie y no a sexo) reconoce a un individuo con identidad propia, único e irrepetible, con cualidades que lo hace ser diferente a pesar de verse como los otros.
Cuando Dios te ve a ti (sí, a ti que estás leyendo esto) ve un ser hermoso y divinizante, alguien que tiene todo lo que necesita para ser feliz y, que no se te olvide, la dignidad de ser hijo de Dios (échale un ojo a Lc 15, 11-32 y hablamos) que nadie, repito por si acaso, NADIE te puede quitar.
Dios te ha creado con amor, te dio vida por amor y te mira con misericordia, reconociendo siempre que eres su hijo y que ninguna circunstancia va a cambiar esto. Por eso te exige; te da en abundancia pero te exige, porque sabe que eres capaz.
b) de los hombres entre sí
Dios nos creó a su imagen y semejanza (cf Gn 1, 26), lo que implica que somos capaces de pensar, sentir y actuar tal como Él lo hace. Claro está, con las limitaciones que tenemos por nuestra condición mortal y limitada, pero que esto no sea excusa para hacer a un lado esa realidad de nuestra naturaleza.
Dios nos ve y no ve nuestros pecados, errores, caídas, miserias y pare usted de contar sinónimos, ¿por qué entonces nosotros sí lo hacemos? ¿Por qué cuando dos personas se pelean el motivo siempre es que el otro hizo algo mal? ¿Es más fácil esto que entender por qué actuó de esa manera?
O dicho de otra forma ¿Cuesta mucha bajarle a la autosuficiencia, con la que podemos actuar en ocasiones, para ver si es que la otra persona está pasando por una situación difícil y necesita nuestro apoyo o ayuda?
Digo esto así, de esta manera tan ruda, porque nos suele gustar que los demás nos tomen en cuenta y consideren nuestras situaciones y con cuánta facilidad olvidamos que el otro también tiene sentimientos y situaciones que le pueden estar afectando.
Si tu hermano te hace daño ¿por qué no lo perdonas? ¿Te cuesta olvidar la ofensa y ver, en su lugar, lo bueno que ya significado su presencia en tu vida? Jesús nos dice dos cosas muy importantes al respecto, puedes encontralas en Mt 18, 21-35)
Dios te perdona todos tus pecados con tal que te arrepientas de corazón y desees sinceramente cambiar. Él no lleva cuenta de todas tus faltas para cobrártelas luego, ¿por qué entonces tú si lo haces con los que te rodean?
Así como Dios ve en ti su imagen, una persona que tiene dignidad propia, la cual se debe respetar sin poner nada por encima de esta, de igual forma la invitación es que tú veas en el otro a un hijo de Dios, que es capaz de amar y de hacer el bien; así como tú.
c) de cada hombre consigo mismo
Esto quizás te parezca raro porque ¿cómo es eso que voy a tener misericordia conmigo mismo? Es más simple de lo que puede parecer, y si este no es tu caso permite que te comparta mi experiencia y la de otras personas.
En este punto no hace falta que te recuerde que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (espero que te hayas dado cuenta que esta es la base y esencia de casi todo), así que igual lo haré: fuiste creado a imagen y semejanza de Dios, eres un ser capaz del amor (tanto darlo como recibirlo), tienes dignidad, por lo tanto, nadie (ni siquiera tú mismo) puede menospreciarte o infravalorarte, a los ojos de Dios tú vales su propio Hijo ( Jn 3, 16)
¿Qué quiero decirte con esto? Que si en algún momento pierdes la paciencia contigo, o te sientes menos que los demás o cualquier otra mentira que el demonio meta en tu cabeza, recuerda que para Dios no eres poca cosa, eres ¡valiosísimo para Él!
Mírate sin miedo a los ojos y recuérdate, cada día si es necesario, que Dios es misericordioso contigo y con todos los demás. Por eso el Hijo de Dios se hizo hombre osea que el hombre se hiciera como Dios.
Domingo de la Divina Misericordia
El segundo domingo de Pascua, es decir, ocho días después de la Resurrección, Jesús se le aparece a sus apóstoles para darles el don de la paz y la misión de llevar la misericordia a todos los hombres (cf Jn 20, 19-31)
Esta fiesta litúrgica la celebramos desde el año 2000 gracias al papa san Juan Pablo II, quien, después de haberse estudiado y aceptado las revelaciones privadas que tuvo santa Faustina Kowalska de nuestro Señor Jesús, decidió que toda la Iglesia manifestara el gozo y la alegría de sabernos amados y perdonados por Dios.
La devoción a la Divina Misericordia puede librarnos de penas y dolores aquí en la tierra, así como podemos alcanzar el perdón de los pecados de nuestros seres queridos que están en el purgatorio.
Para la misericordia de Dios no hay imposibles, solo basta nuestro sincero arrepentimiento y la disposición de dejarnos abrazar por el Padre Misericordioso.
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