Él es la Vid, nosotros los sarmientos

El llamado que Cristo te hace a la conversión sigue vigente. Seguro estás andando ya ese camino de cambiar tu vida y lo que hay en ella que te hace daño, es posible que te hayas encontrado con obstáculos o comentarios que te parecen contradictorios o, simplemente, no te creen.

Esto es más normal de lo que puedes pensar, especialmente de aquellos que te conocen y saben lo que no te hace sentir orgulloso, pero no te desanimes, eso pasa, y pasa mucho.

La mejor actitud ante esto es seguir tu camino de conversión, actuar como sabes que debes hacerlo, como Jesús lo haría y te lo pide. ¿Puedes perder amigos por eso? Tal vez. ¿Te van a rechazar y querer hacer a un lado? Sí, pero no pierdas la calma, no estás solo.


Que tu vida sea alabanza

El mensaje de Jesús, ese por el cual vino al mundo y nos da Vida, va a ir transformándote a medida que lo vivas, que lo hagas parte esencial de tu ser.

Te podrás dar cuenta de esto cuando, y quizás no sea consciente las primeras veces, empieces a alabar a Dios por todo lo que tienes y lo que no; por despertarte, así las condiciones no provoquen poner un pie fuera de la cama; porque el sol salió o porque van varios días lloviendo y no has podido hacer algunas actividades que tienes planificadas o acostumbras.

Dios irá, poco a poco, quitándote aquello que no te deja ver lo bueno que sí tienes y llenando tu corazón de toda clase de bendiciones que no somos capaces de describir con palabras.

Ese proceso de cambiar tu vida, para que se parezca más a la de Jesús, te llevará a un punto en el que estarás hablando de todo lo bueno que Dios te da a cualquier persona, conocida o no, familiares, amigos, vecinos y personas que te encuentras en la calle.

La Palabra de Dios estará tan viva dentro de ti que, si se lo permites, todo lo que hagas a diario será oración a Dios, aunque no te lo propongas.


Que la alabanza sea amor

La acción de Dios en tu vida no solo la notarás en la oración espontánea, o en esos momentos en los que conscientemente elevas tu voz a Él. También se manifestará cuando empieces a volverte más tolerante, más paciente, más solidario, entre otros gestos y acciones.

En tu proceso de conversión notarás que el Amor que Dios te tiene no solo puedes corresponderlo en la oración privada o pública. Una voz dentro de ti te dirá que quieres más, que no puedes quedarte con todo lo que recibes a cada instante.

No temas; ese también es un llamado que Dios te hace para llevar su Amor a los demás. Ya Jesús nos dejó el mandamiento del amor que resume en sí todo el Decálogo (cf. 1 Jn 3, 23) y por este motivo, esa semilla de Amor que Él ha plantado en ti, te mueve a los demás, a llevarles a ellos las mismas gracias y bendiciones que has recibido.

De esta forma podemos saber que vivimos en Dios y Él en nosotros; con este salir de ti hacia el otro, el que está a tu lado y te necesita, puedes darte cuenta que tu conversión avanza hacia Aquel que es Vida, y vida en abundancia.


Que el amor sea frutos

La vida del cristiano solo se sostiene si está unido a Jesús, puesto que él es la Vid y nosotros los sarmientos (cf Jn 15, 5), es decir, Él es el tronco de donde nosotros salimos como brazos. De los cuales se pueden recoger frutos, sí y solo sí, nos alimentamos de la savia que nos da.

Este alimento nutritivo es la Palabra, los Sacramentos, la oración y cualquier otro de los medios que él nos ha dejado para poder hacer comunión con Dios.

Un cristiano que se toma en serio su proceso de conversión da frutos. No es opcional, si estás con Cristo darás frutos, es decir, se notará que sí vives en comunión con él, que eres mensajero suyo, que su gracia de derrama sobre ti, y desde ti se extiende a los demás.

No temas que Cristo tome tu vida y la cambie, pues solo sabe hacer el Bien. Si dejas que Dios habite en ti verás que poco a poco dejarás atrás eso que no te gusta y que sabes te hace mal. Cambiarás tus pensamientos y sentimientos por unos más puros, más edificantes y salvíficos.

Acepta el llamado que Dios te hace a ser sarmiento de la Vid, no tienes qué perder, al contrario, puedes ganarte la Vida Eterna, una vida llena de felicidad.

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