Para ti, joven cristiano

LO IDEAL


La Iglesia, como Cuerpo de Cristo, está conformada por todos los bautizados, los cuales tenemos la función de llevar el mensaje de Salvación a todos los hombres. Cada día desde su realidad y según sus capacidades tiene el mandato directo de Jesús (cf Mt 28,19) de ir por el mundo y hacer cristianos a todos los pueblos.

Dentro de este encargo, los jóvenes forman parte esencial y vital de la Iglesia, pues los jóvenes, en esta bella tierra venezolana, somos la mayoría, en cuanto a porcentaje de la población se refiere. Significa que la mayor cantidad de futuros cristianos comprometidos está en la población joven,  los cuales hay que evangelizar desde temprana edad (12, 13 años), enseñándoles no solo la Unicidad de Dios sino, más importante aún, transmitirle la necesidad de acercarse a este Dios Padre que por Amor a los hombres envió a su Hijo Jesucristo para que fuésemos salvos por acción del Espíritu Santo.

Esencial porque es un campo muy amplio que necesita de muchas manos que ayuden, y esta ayuda son los jóvenes. Vital porque, por ley natural, las personas mueren y los jóvenes somos el futuro de la Iglesia, por ello es necesario no solo que nos preparemos a nivel intelectual en la fe, sino que, espiritualmente, estemos en comunión con Dios y con los hermanos.


LA REALIDAD

Nos guste o no la realidad es distinta a lo ideal (como siempre). 

Encontramos que hay personas que dicen que hacen falta los jóvenes en la Iglesia, que no participan de la misa ni de las actividades que se programan, que no están integrados en los grupos de apostolado...por mencionar algunos. Pero la realidad es que cuando un joven se acerca a la iglesia ansioso de ayudar y con el espíritu de alegría que le caracteriza, los primeros obstáculos que se encuentran son precisamente esos que dicen que necesitan a los jóvenes. El motivo de esta actitud: porque ellos no saben.

Ahora bien, basándonos en lo ideal, ¿no es precisamente ese joven que quiere ayudar,  que no sabe y está consciente que no sabe, el que necesita de nuestra ayuda y de nuestro apoyo? ¿Acaso la actitud a tomar para con él no debe ser la de enseñarle?. Muchos son los que no quieren enseñar y se olvidan que una vez también fueron jóvenes y tampoco sabían.


¿LA SOLUCIÓN?

No voy a pecar de soberbia diciendo que yo tenga la solución para este problema, en cambio, quiero compartir con ustedes lo que yo pienso que puede ayudarnos y mal que bien aplico en mi parroquia.

"Es que ellos no saben" Obvio que no saben, nadie nace aprendido. Incluso Jesucristo, siendo Dios, estudió las leyes y la palabra al igual que los demás. Precisamente porque no saben y porque demuestran que quieren aprender es que hay que enseñarles. Yo no soy erudito ni mucho menos conocedor, pero aún lo poco que sé lo comparto con los demás. Primero porque pienso que necesitamos recordar nuestro origen, el de la primera comunidad cristiana: "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones. Toda la gente estaba asombrada, ya que se multiplicaban los prodigios y milagros hechos por los apóstoles. Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartían de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba. Acudían diariamente al Templo con mucho entusiasmo y con un mismo espíritu y compartían el pan en sus casas, comiendo con alegría y sencillez. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo; y el Señor cada día integraba a la comunidad a los que habían de salvarse" (Hch 2, 42-47).

Lo compartían todo, incluso la fe. Y así debe ser, porque la única forma que todos conozcan a Dios es precisamente hablando de la maravilla de tenerle a Él en la vida propia. 

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