Eterna juventud

En estos días hablaba con un amigo, bueno, discutíamos por algo, y después de tantas vueltas me dijo lo siguiente: "a vece se me olvida que tu eres joven, y que eres inconforme". Y esto me quedó dando vueltas en la cabeza por varios días, tanto así que me inspiró a escribir esto.

Una, de tantas, características de la juventud es la inconformidad. El no estar de acuerdo con las cosas como se hacen y el por qué se hacen así. El joven es no está de acuerdo con nada, todo lo pelea, lo discute, y es difícil de convencer. Por eso vemos tantos jóvenes que andan por el mundo solos, o molestos, porque nadie les presta atención ni los escuchan, lo que hacen es pelearles el que pelean, regañarlos, castigarlos, excluirlos, pero no les explican el por qué de las cosas. Aquí haré un intento de rescatar el ser inconformes como algo bueno.

Por el Bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes, pero es en la dimensión profética que me voy a basar para escribir en esta oportunidad. El profeta, hombre (o mujer) escogido por Dios, tiene la misión de anunciar y denunciar, ¿a quién anuncia? a Dios y su Reino, ¿qué denuncia? el mal del mundo y sus injusticias. Cristo nos hace profetas en este sentido, somos sus ojos y boca en estos tiempos. En la historia de la Salvación han sido muchos los profetas, que Dios ha escogido para que sean sus mensajeros, y que sólo con ellos se comunicaba, y sólo ellos hablaban de Dios a los demás. Hoy, es a ti y a mi que Cristo Jesús nos está pidiendo que le hablemos de Dios a nuestros hermanos y que denunciemos, ante los hombres, las injusticias que vemos.

Por ello, los cristianos tenemos que ser inconformes siempre, pero no la inconformidad típica de la juventud, sino, más bien, una santa inconformidad, que no nos dejemos llevar por el mundo y sus pasiones humanas, que no dejemos que el placer, el tener, el reconocimiento, los aplausos nos cieguen la vista y no veamos el mal del mundo, y nos callen la boca y no anunciemos el Reino de los Cielos. Los cristianos debemos ser hombres (y mujeres) que estamos en el mundo, pero sin ser el mundo. Todo lo que nos rodea es nuestro campo de acción, pero no podemos permitir que nos envuelva, contamos con la Gracia de Cristo que actúa en nuestras vidas.

No dejemos que la inconformidad sea una etapa pasajera, y la motivación sea incorrecta, movamos nuestra inconformidad hacia un mundo de espaldas a Dios que debemos hacer que vuelva su rostro al Autor de Todo.

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