Quo vadis
Empecemos con este video https://www.youtube.com/watch?v=0VqMijdacws
Así como le pasó a Pedro, así nos puede pasar a los cristianos de hoy, el seguimiento de Cristo no es cosa sencilla mas no es algo imposible. Aunque la primera opción suele ser irse de donde se está, no debe ser así o al menos no sin haber evaluado antes las consecuencias de ello.
En este momento de mi vida estoy pasando por una situación a nivel del grupo de apostolado en el que estoy que me hace sentir ganas de dejar Roma para salvar mi pellejo. La decisión la tomé, la de irme, alego para ello salud mental, emocional, incluso conservar mi fe (o eso me digo a mí mismo). Quedarme aquí con tantas cosas tan sin sentido y tan lejos de lo que es el plan de salvación se me hace que están matando cristianos y me voy antes que me toque a mí. Sin embargo no estoy viendo que en aquel momento era por odio a los cristianos que los romanos mataban, tal vez hoy lo que está matando a los cristianos es el diablo inspirando deseos de poder en los cristianos, haciendo que se tiren unos contra otros en una guerra por poder que casi casi se parece a dos leones peleando por la misma presa.
Los primeros cristianos morían, seguramente, con el nombre de Jesús en los labios, tenían la fe (esta sí es de verdad) fundada en Aquel que prometió nunca dejarnos solos. Pedro seguramente huía para salvar su vida, y es entendible pues el instinto de supervivencia hace eso, pero ¿no dice acaso Jesús que el que pierda la vida por Él la ganará (Mt 16, 25)?
Intentando entender a Pedro (me gusta mucho él porque tiendo a tener actitudes como las suyas) debió haber sido demasiado fuerte el choque con la realidad. Que el Señor al que dices seguir te mire a los ojos con el mismo amor que lo ha hecho desde la primera vez y te diga "voy a hacer lo que tú no estás haciendo", ¿qué clase de cristiano soy?.
Pero no todo puede ser pesimismo, ciertamente Pedro negó tres veces a Jesús la noche de su pasión, mas Jesús nuevamente lo mira con amor y por igual le pregunta si le ama y lo vuelve a llamar. Quien realmente tiene fe en Cristo no puede dejarse caer ante la primera turbulencia, ¿acaso no calló Él al mar y a la tormenta (Mc 4, 35-41)?
Por supuesto que Dios no quiere que a la primera de cambios nosotros, que decimos que tenemos fe, salgamos corriendo espantados y atormentados. Son precisamente esos los momentos en los que debemos buscar más de Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 4, 6-7), en quien debemos poner toda nuestra esperanza, quien es nuestro auxilio y socorro en los momentos de angustia.
Dios es el único que sabe dónde podemos dar frutos (para Él) y cuál es el camino de conversión que inequívocamente nos va a hacer felices, a nosotros sólo nos toca responder como Samuel: Habla, Señor, que tu siervo escucha (1 Sam 3,1-10).
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