Conversaciones con Dios I
Al final del día, en la oscuridad
de mi cuarto y soledad física ahí estás tú. Único ser en mi mente, autor de
todo. Y en ese todo estas pobres líneas que quieren ir a ti como mi alma se
siente elevada a ti, ¿o será mejor decir que siente tu Divinidad abajarse hacia
mí para poder elevarme hasta donde lo merezco? Nos hiciste Señor como tú,
capaces de amar, pero nuestro egoísmo sigue haciendo de las suyas porque
preferimos amarnos a nosotros mismos que entre nosotros, o para que me quede
más claro prefiero amarme a mí mismo antes que a amar a mis hermanos (mucho
menos hablemos de amarte a Ti). Es un tanto triste cómo puede tan fácil un alma
engrandecerse a los ojos humanos pero cuán difícil se hace a este mismo ser
engrandecerse ante ti, o mejor dicho en Ti. Pues no nos hace “grandes” una
decisión propia del hombre, la grandeza (única necesaria) es empequeñecerse
ante Ti; mientras más conscientes seamos de nuestra miseria y pequeñez más
fácil es que te dejemos entrar, nos sentiremos vacíos, necesitados de algo
grande, algo superior, necesitados de una certeza que nadie fuera de Ti nos
puede dar. Bendito y alabado seas Dios del Cielo y de la Tierra que te
regocijas en el reconocimiento humano de tu obrar, lejos estás tú de sentir
como nosotros, te engrandeces porque (colocando en ti cosas de mí) tu pecho se
infla al tomar una bocanada de aire signo reflejo involuntario de un sentir
profundo. Eres tan grande mi Señor que, consciente yo que jamás podré
contenerte, has querido poner en estas líneas a través de estos inútiles dedos
usados para el pecado gestos de tu amor hacia nosotros. Perdona que mi corazón
piense en “mí” pero mi cerebro dice “nosotros” porque estoy empezando a
entender que aunque tu relación conmigo es única también lo es con cada ser
vivo al que le has dado tu Espíritu Santo. Bendito seas mi Señor porque envías
tu aliento sobre mí para darme Vida e inspiras Adoración. Bendito seas mi Señor
porque solo puedo bendecirte. Gracias Dios bendito de Amor porque no te cansas
de demostrarme que me amas y hasta parece que esto es proporcional a mi deseo
de no amarte. No me recriminas, no, solo me recuerdas que tú estás ahí para mí,
siempre. Bendito seas Señor, por siempre y para siempre. Bendito seas porque
sólo Tú haces, eres, solo Tú. ¡Bendito Seas!
Comentarios
Publicar un comentario