Juventud senil, vejez juvenil

Algo que caracteriza a la juventud es la energía, las ganas de hacer, el buscar orientación, un lugar donde encajar, sentirse apoyado y querido, por mencionar algunas características. En contra parte la vejez es más pasiva, está cansada, ya vivió así que no busca integrarse, está más a la espera de lo que pase, igualmente, por mencionar algunas características. Y hago esta descripción pues es de la cual me valdré para escribir en esta oportunidad.

"Hay que envejecer con gracia" escuché una vez decir a alguien y me parece que es la mejor actitud que podemos tomar los humanos cuando nuestra edad cronológica va avanzando. Ahora, ¿qué  vendría siendo eso de "envejecer con gracia"? pues me suena a hacerse viejo en edad pero no en espíritu, o sea tener esas características de alegría de la juventud, de la disposición, las ganas de compartir.

¿Por qué escribo esto se preguntarán? Pues simple, porque es algo que vengo viendo y que me da un poco de miedo debo confesarlo. Nuestros jóvenes están perdiendo esa energía, esa disposición, esas ganas de hacer que los caracteriza. No voy a hablar de los problemas de salud porque no soy médico ni de las consecuencias del estrés porque no soy psicólogo, pero creo que no es necesario tener ninguno de estos títulos para ver cómo cada día son más los chamos que están padeciendo enfermedades que venían siendo más comunes en la edad avanzada, quizás causadas por el estilo de vida que como sociedad estamos llevando actualmente; palabras más, palabras menos, es una locura la forma en la que vivimos. Y esto afecta la salud.

Cada día vemos más cómo nuestros jóvenes están cansados del cuerpo pero más preocupante aún: del alma. Y digo preocupante porque ¿cómo es posible que comenzando la vida estén cansados? ¿de qué se van a cansar? Es aquí donde tenemos la labor como cristianos de trabajar con nuestros muchachos que vienen con desánimo, con tristeza, con angustia, con dolor.

"Santidad es alegría" leí en una oportunidad, y realmente debe ser así, nuestros jóvenes deben ser alegres, pero no por obligación, sino porque se sienten amados de tal forma que sea Dios quien los haga felices.

Un joven no debe mostrarse cansado ni agobiado, no debe sentir que el mundo se le viene encima ni mucho menos que está solo. Y recordando las palabras de un amigo (un joven que me dio una lección en semana santa): los adultos deben acompañar y enseñar a los jóvenes.

Y es que, a mi parecer, es lo natural, guardando los impedimentos físicos hay que ponerse al mismo nivel, el joven tener un poco más de seriedad y el adulto acordarse de que el joven es bochinchero. Cuando se llegue a ese nivel de comunicación tendremos una Iglesia joven, pero no por su edad sino por su Espíritu, pues los adultos tendrán la alegría y el entusiasmo de los jóvenes y éstos tendrán la compañía y la formación de aquellos.  

Comentarios

Lo más visto

Aplausos

Dementores

Hagamos tres chozas