Un finde diferente
Este fin de semana estuve con los chamos del grupo juvenil de mi parroquia en una casa en los altos de santa fe, una zona bastante fresca, ubicada entre montañas, un clima natural bastante agradable para el esparcimiento y la recreación, excelente para un retiro (cosa que ellos no sabían).
Aunque no fue un retiro espiritual en cuanto a la estructura se refiere sí lo fue en cuanto al alejarse de lo cotidiano y compartir y convivir buscando la unidad. Si bien es cierto que menos de 48 horas no es suficiente para conocer a alguien sí lo es para empezar a conocer cuáles son sus hábitos, sus gustos, y lo más importante: cuáles son los roces entre el (o ella) y yo.
La intención de hacer un retiro debe ser, más allá del contenido temático-vivencial que contenga, encontrar lo que nos une dentro de nuestras diferencias. Cuando salgamos del retiro no debemos ver lo que nos desune sino ver lo que nos diferencia, ¿por qué lo repito? simple, porque no debemos estar desunidos, pues nuestro Señor Jesús vino a enseñarnos que debemos ser uno como el Padre y Él son Uno (cf Jn 17,21), mas no podemos, ni debemos, ocultar que hay cosas que nos hacen diferente, pues en esa diversidad está la riqueza de nuestra humanidad, pues no todos servimos para todo pero sí todos servimos para algo. Poner nuestras diferencias en pro de la Iglesia es lo que nos hace crecer.
Convivir es difícil, eso NO se puede negar, si hasta con nuestro propio núcleo familiar cuesta convivir, qué quedará para quienes no son familia nuestra, pero no podemos valernos de esta triste excusa para no hacer el mínimo esfuerzo en llegar a un común acuerdo con los demás, ceder en lo que se pueda, sin perder nuestra identidad pero sí acordando límites sensatos y agradables a todos, he aquí el desafío de la convivencia.
Entre las cosas que viví con mis muchachos (sí, los quiero como si fuesen míos) viví lo que es el Amor de Dios, pues cuando tu vives por, con y en Dios todo a tu alrededor es Amor, y ver cómo todos colaboran en algo, ver el respeto en cuanto al turno para usar el baño (sí, 1 baño para 20 personas no está fácil), ver cómo todos ayudaban en cuanto a la comida, cómo participaban de las actividades que se hicieron, cómo cuando salíamos era en grupo...en fin, ver cómo realmente somos una familia es muy gratificante, no solo por el hecho de que escuchan lo que se les dice sino porque viven lo que escuchan.
Por supuesto que ninguno es santo, empezando por mi, claro que hubo discusiones y regaños, pero ¿en qué familia no las hay?, porque muy diferente es un padre o madre que regaña a los hijos por placer a que lo hagan para corregir algo que ven mal y que puede en un futuro afectarles e incluso causarles problemas graves. y ¿qué hermanos no discuten por cualquier tontería? y no por ello dejan de hablarse..una vez más digo, he aquí el reto de la convivencia.
Espero en Dios que esta haya sido apenas la primera de todas las que Él tenga a bien regalarles y regalarme a mi el compartir con los hermanos que no tengo de sangre, pues para mi todos ellos son mis hermanitos y tienen un lugar en mi corazón.
A ustedes mis chicos de JUNCO: los amo y que Dios los bendiga.
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