Cristo, el joven

Un Cristo eternamente joven,
un Cristo eternamente enamorado de tu juventud,
de tu ímpetu y tus fuerzas,
enamorado de tus ganas y deseos.

Un Cristo eternamente joven,
que camina contigo y te acompaña,
que entiende tus juegos y bromas,
que se ríe contigo y se desvela.

Un Cristo eternamente joven,
que entiende tus desamores,
tus peleas con los amigos,
tus inseguridades ante las burlas.

Un Cristo eternamente joven,
que quiere escucharte a la hora que sea,
quiere saber de ti, tus sueños y metas,
tus disgustos y malos ratos.

Un Cristo eternamente joven,
que gusta la diversión entre amigos,
las noches de películas y de charla,
las excursiones y acampadas.

Un Cristo eternamente joven,
que te acompaña en el bus y a pie,
que mira si viene alguien rato antes de cruzar,
que te dice por cuál calle meterte.

Un Cristo eternamente joven,
que te digan lo que te digan
Él no se va a ir de tu lado
porque te entiende como nadie.

Un Cristo eternamente joven,
que está vivo como tú,
siente como tú
y quiere lo elijas tú.

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