Con los ojos bien abiertos
¿Cuántas veces en nuestra vida, por querer seguir ciertos modelos o estilos de vida, o a personas en específico, nos sentimos fuera de casa? Incluso, pudiéramos llegar a estar literalmente fuera de casa, dejando a un lado aquello con lo que crecimos y que fue nuestro entorno durante muchos años. Ver cambiada nuestra realidad de tal forma puede hacernos tambalear, no solo en la fe, sino en la vida misma, generando en nuestro interior una sensación de soledad o abandonado. Por eso, es importante que sepas que esto no es verdad. No estás solo ni abandonado, Dios no se ha ido, solo hace falta volver el rostro a Él para ver toda su maravillosa obra y cómo te hace volver a estar en casa. “Los que siembran entre lágrimas…” (Sal 126(125), 5) En medio de esa sensación de soledad, solo Dios sabe cuántas lágrimas se han podido derramar, cuántas veces se ha roto el corazón, pero ¿sabes algo? La alegría que sientes cuando el Señor te regresa a tu lugar, ahí junto a Él, allí donde puedes ser auténti...